Mostrando entradas con la etiqueta encarnación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta encarnación. Mostrar todas las entradas

Contenido y resultado de la obra de Dios

Contenido y resultado de la obra de Dios

234
 Dios Todopoderoso dice :
En la Era de la Gracia Jesús vino a redimir a toda la humanidad caída (no sólo a los israelitas). Él mostró compasión y misericordia al hombre. El Jesús que el hombre vio en la Era de la Gracia estaba lleno de misericordia y siempre era amoroso, porque Él había venido a liberar al hombre del pecado. Él podía perdonar al hombre sus pecados hasta que Su crucifixión liberó verdaderamente a la humanidad del pecado. Durante esa época, Dios se apareció al hombre en compasión y misericordia; es decir, Él se convirtió en una ofrenda por el pecado para el hombre y fue crucificado por los pecados del hombre de forma que él fuera perdonado para siempre. Él era misericordioso, compasivo, paciente y amoroso y todos los que seguían a Jesús en la Era de la Gracia también buscaban ser pacientes y amorosos en todas las cosas. Soportaban todo sufrimiento y nunca se defendían aunque les apalearan, maldijeran o apedrearan.
de “Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación
Para la gente de esa época —para todas las personas— lo que Jesús tenía y era, era misericordia y amorosa bondad. Nunca se acordaba de las transgresiones de la gente o dejaba que esas transgresiones afectaran la manera en que Él los trataba. Porque aquella fue una época diferente, Él con frecuencia derramaba abundante comida y bebida sobre la gente para que pudieran comer hasta saciarse. Él trataba a todos Sus seguidores con bondad, sanando a los enfermos, expulsando a los demonios, resucitando a los muertos. Con el fin de que las personas creyeran en Él y vieran que todo lo que Él hacía era hecho con devoción y sinceridad, llegó al punto de resucitar un cadáver en descomposición, para mostrarles que en Sus manos hasta los muertos podrían volver a la vida. De esta manera Él soportó en silencio entre ellos y realizó Su obra redentora. Incluso antes de ser clavado en la cruz, Jesús ya había llevado los pecados de la humanidad y ya se había convertido en ofrenda por los pecados de la humanidad. Ya Él había abierto el camino hacia la cruz para redimir a la humanidad mucho antes de ser crucificado. Finalmente fue clavado en la cruz, se sacrificó por el bien de la cruz, y ha derramado toda Su misericordia, amorosa bondad y santidad sobre la humanidad. Él persistió en tolerar a la gente, nunca buscando la venganza, sino perdonándolos por sus pecados, exhortándolos al arrepentimiento, y enseñándoles a tener paciencia, tolerancia y amor, para que siguieran Sus pasos y se sacrificaran por causa de la cruz. Su amor por Sus hermanos y hermanas superaba a Su amor por María. El principio de la obra que Él llevó a cabo fue sanar a las personas y expulsar demonios, todo en aras de Su redención. No importara a dónde fuera, siempre trató con bondad a todos los que le siguieron. Él hizo ricos a los pobres, hizo caminar a los paralíticos, hizo que los ciegos vieran, que los sordos oyeran; Él incluso invitaba a los más humildes y desposeídos, a los pecadores, a comer con Él; no los evitaba, pero siempre con paciencia, inclusive les decía: “Cuando un pastor pierde una oveja de cien, dejará atrás a las noventa y nueve para ir a buscar a la oveja perdida, y cuando la encuentre se regocijará en gran medida”. Él amaba a Sus seguidores como una oveja ama sus corderos. A pesar de que eran necios e ignorantes, y eran pecadores ante Sus ojos, y además eran los miembros más humildes de la sociedad, Él veía a estos pecadores —a quienes otros despreciaban— como la niña de Sus ojos. Porque Él los favoreció, dio Su vida por ellos, y como un cordero fue ofrecido en el altar. Él caminó entre ellos como su sirviente, permitiendo que ellos abusaran de Él y lo mataran, sometiéndose a ellos incondicionalmente. Para Sus seguidores Él fue el amado Salvador Jesús, pero para los fariseos que sermoneaban a la gente desde un alto pedestal, Él no mostró misericordia y bondad, sino por el contrario, los aborrecía y detestaba. Él no hizo mucho trabajo entre los fariseos, sólo ocasionalmente les daba sermones y los reprendía; no los redimió, ni realizó señales ni prodigios en su presencia. Reservó Su misericordia y amorosa bondad para Sus seguidores, soportando por el bien de esos pecadores hasta el mero final cuando fue clavado en la cruz, soportando toda clase de humillaciones, hasta que hubo redimido a toda la humanidad por completo. Esta fue la suma total de Su obra.
de “Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación”
En ese momento, la obra de Jesús era la redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, Él te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvo y ser justificado por fe. Sin embargo, seguía habiendo en quienes creían algo rebelde y opuesto se oponía a Dios, y que había que seguir quitando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados: si creías, ya no pertenecías al pecado.
de “La visión de la obra de Dios (2)”

Continuará…El conocimiento necesario de la obra de Dios en la Era de la Gracia 

¿Cómo oyen la voz de Dios y reciben al Señor las vírgenes prudentes?

Versículos bíblicos como referencia:
Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13).
Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3).
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados” (Mateo 5:6).
Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).
¿Cómo oyen la voz de Dios y reciben al Señor las vírgenes prudentes?
Palabras clásicas de Dios:
Aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su esencia, y aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su expresión. Haciéndose carne, Dios traerá la obra que debe hacer, y haciéndose carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida, y de mostrarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios seguramente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Para investigar si es la carne encarnada de Dios, el hombre debe determinarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, si es o no la carne encarnada de Dios, y si es o no el camino verdadero, debe discernirse a partir de Su esencia. Y así, para determinar[a] si es o no la carne de Dios encarnado, la clave está en prestar atención a Su esencia (Su obra, Sus palabras, Su carácter, y mucho más), en lugar de fijarse en Su apariencia exterior. Si el hombre sólo ve Su apariencia exterior, y pasa por alto Su esencia, demostrará la ignorancia y la ingenuidad del hombre”.
de “Prefacio”
Por todo el universo estoy llevando a cabo Mi obra, y en el Este, estallidos atronadores sucederán en una secuencia sin fin, sacudiendo a todas las denominaciones y grupos. Es Mi voz que ha traído a todos los hombres al presente. Provoco que todas las personas sean conquistadas por Mi voz, que caigan dentro de esta corriente y que se sometan ante Mí, porque hace mucho tiempo he retirado Mi gloria de toda la tierra y la he emitido de nuevo en el Este. ¿Quién no anhela ver Mi gloria? ¿Quién no espera ansiosamente Mi regreso? ¿Quién no tiene sed de Mi reaparición? ¿Quién no añora Mi belleza? ¿Quién no vendrá a la luz? ¿Quién no verá la riqueza de Canaán? ¿Quién no anhela el regreso del Redentor? ¿Quién no adora al Gran Todopoderoso? Mi voz debe difundirse sobre toda la tierra; deseo hablar más a Mi pueblo elegido. Como los truenos poderosos que hacen temblar las montañas y los ríos, Yo hablo a todo el universo y a la humanidad. De ahí que Mis palabras se conviertan en un tesoro para el hombre, y todas las personas las estimen. Los relámpagos alumbran desde el Oriente hasta el Occidente. Mis palabras son tales que el hombre detesta renunciar a ellas y las encuentra insondables, pero lo que es más, el hombre se regocija en ellas. Como un bebé recién nacido, todas las personas están contentas y alegres, celebrando Mi venida. A causa de Mi voz, traeré a todas las personas ante Mí. A partir de ese instante, entraré formalmente entre las personas para que ellas vengan a adorarme. La gloria que emano y Mis palabras causan que todas las personas comparezcan ante Mí y vean que los relámpagos alumbran desde el Oriente, y que también he descendido sobre el ‘monte de los Olivos’ del Oriente. Verán que por largo tiempo ya he estado en la tierra, ya no como el Hijo de los judíos, sino como el Relámpago del Oriente. Porque hace ya mucho que he resucitado, que he desaparecido de entre las personas y luego reaparecido entre los hombres con gloria. Yo soy Aquel que ha sido adorado por eras innumerables antes que ahora, y también soy el niño abandonado por los israelitas por eras innumerables antes que ahora. Más aún, ¡Yo soy el todo glorioso Dios Todopoderoso de la era presente! Que todos vengan ante Mi trono para ver Mi rostro glorioso, escuchar Mi voz y ver Mis obras. Esto es la totalidad de Mi voluntad; es el fin y el clímax de Mi plan y también el propósito de Mi gestión. ¡Que cada nación me adore, toda lengua me reconozca, cada hombre confíe en Mí y toda la gente se someta a Mí!”.
de “El repique de los siete truenos: profetizando que el evangelio del reino se extenderá por todo el universo”
Cuando vuelvo Mi rostro al universo para hablar, toda la humanidad oye Mi voz, y ve inmediatamente todas las obras que en todo el universo Yo he forjado. Los que van en contra de Mi voluntad, es decir, los que se oponen a Mí con los hechos del hombre, caerán bajo Mi castigo. Yo tomaré las numerosísimas estrellas de los cielos y las haré de nuevo; gracias a Mí el sol y la luna serán renovados, los cielos ya no serán más como eran; las innumerables cosas sobre la tierra serán renovadas. Todas serán completadas por medio de Mis palabras. Las muchas naciones del universo serán divididas de nuevo y sustituidas por la mía, de forma que las naciones sobre la tierra desaparecerán para siempre y serán una sola que me adore; todas las naciones de la tierra serán destruidas, y dejarán de existir. De los seres humanos del universo, todos los pertenecientes al diablo serán exterminados; Mi fuego ardiente abatirá a todos los que adoran a Satanás, es decir que, excepto los que están ahora dentro de la corriente, el resto quedará reducido a cenizas. Cuando Yo castigue a los muchos pueblos, los del mundo religioso regresarán en grados diferentes a Mi reino, conquistados por Mis obras, porque habrán visto la llegada del Santo cabalgando sobre una nube blanca. Toda la humanidad seguirá a su propia especie, y recibirá castigos que variarán según lo que hayan hecho. Todos los que se han levantado contra Mí perecerán; en cuanto a aquellos cuyos hechos sobre la tierra no me han involucrado, seguirán existiendo en la tierra bajo el gobierno de Mis hijos y Mi pueblo gracias a cómo se han absuelto ellos mismos. Yo me revelaré a las innumerables personas y naciones, resonando con Mi propia voz sobre la tierra para proclamar la terminación de Mi gran obra, para que toda la humanidad la vea con sus propios ojos”.
de “La vigésima sexta declaración” de Las Declaraciones de Dios al Universo entero”
[…] la autoridad y la identidad de Dios se revelan con claridad en el lenguaje de Sus afirmaciones. Por ejemplo, cuando Él declara: ‘Mi pacto es contigo, y serás… te he hecho… te haré…’, frases como ‘tú serás’ y ‘Yo haré’, cuyo lenguaje conlleva la afirmación de la identidad y la autoridad de Dios, son, en un aspecto, un indicativo de la fidelidad del Creador y en otro, palabras especiales usadas por Dios, quien posee la identidad del Creador, y que a la vez forman parte del vocabulario convencional. […]
[…] La boca de Dios pronunció estas palabras, y en ellas hay poder, majestad y autoridad. Este poder y esta autoridad, así como la inevitabilidad del cumplimiento del hecho, son inalcanzables e insuperables para cualquier ser creado o no creado. Sólo el Creador puede conversar con la humanidad usando semejante tono y entonación, y los hechos han demostrado que Sus promesas no son palabras vacías ni alardes inútiles, sino la expresión de la autoridad única e insuperable por cualquier persona, cosa, u objeto.
[…] Cuando palabras como estas salen de la boca de Dios, son una revelación y una expresión de Su verdadero carácter; una revelación y una manifestación perfectas de la esencia y la autoridad de Dios, y no hay nada más apropiado y adecuado como prueba de la identidad del Creador. La forma, el tono y el lenguaje de tales afirmaciones son precisamente la marca de Su identidad, y se corresponden perfectamente con la expresión de la propia identidad de Dios; en ellas no hay fingimiento ni impureza; son, completa y totalmente, la demostración perfecta de la esencia y la autoridad del Creador”.
de “Dios mismo, el único I”
La palabra de Dios es, en realidad, una expresión del carácter de Dios. En Su palabra podemos ver Su amor por la humanidad, Su salvación de la humanidad y la forma en que Él salva a las personas… porque es Dios quien expresa Su palabra en oposición al hecho de que Dios usó al hombre para escribirla. Dios la expresa personalmente. Dios mismo expresa Sus propias palabras y Su voz interna. ¿Por qué las definimos como palabras sinceras? Porque se emiten desde muy adentro, expresan Su carácter, Su voluntad, Sus pensamientos, Su amor por la humanidad, Su salvación de la humanidad y Sus expectativas respecto a la humanidad. Entre las palabras de Dios hay palabras graves, amables y suaves, algunas consideradas y otras reveladoras que son crueles. Si sólo consideras las palabras reveladoras, sientes que Dios es bastante severo. Si sólo examinas el lado amable y suave, Dios parece no tener mucha autoridad. Por tanto, en esto no debes entender las cosas fuera de contexto. Debes contemplarlas desde todos los ángulos. A veces Dios habla desde una perspectiva amable y compasiva, y las personas ven Su amor por la humanidad; en ocasiones, Él habla desde una perspectiva estricta y las personas ven el carácter de Dios que no puede ser ofendido. El hombre es deplorablemente sucio y no es digno de ver el rostro de Dios ni de presentarse delante de Él. Que las personas vengan ahora delante de Dios es puramente por Su gracia. La sabiduría de Dios puede verse en la forma en que Él obra y en el significado de Su obra. Aunque las personas no entren en contacto con Dios, siguen siendo capaces de ver estas cosas en Su palabra”.
de ‘Conocimiento de la encarnación’ en “Registros de las pláticas de Cristo
En esta ocasión, Dios no viene a llevar a cabo la obra en un cuerpo espiritual, sino en uno muy ordinario. No sólo es el cuerpo de la segunda encarnación de Dios, sino también el cuerpo en el que Él vuelve. Es una carne muy corriente. En Él, no puedes ver nada diferente de los demás, pero puedes recibir de Él las verdades que nunca antes has oído. Esta carne insignificante es la materialización de todas las palabras de la verdad de Dios, la que emprende Su obra en los últimos días, y una expresión de todo el carácter de Dios para que el hombre llegue a conocerlo. ¿No deseabas en gran manera ver al Dios del cielo? ¿No deseabas en gran manera entender al Dios del cielo? ¿No deseabas en gran manera ver el destino de la humanidad? Él te contará todos estos secretos que ningún hombre ha sido capaz de contarte y Él te hablará incluso de las verdades que no entiendes. Él es tu puerta al reino y tu guía a la nueva era. Una carne tan corriente contiene muchos misterios insondables. Sus hechos pueden ser inescrutables para ti, pero el objetivo de toda la obra que Él realiza es suficiente para que veas que Él no es una simple carne como el hombre cree. Y es que Él representa la voluntad de Dios, así como el cuidado mostrado por este hacia la humanidad en los últimos días. Aunque no puedas oír las palabras que Él habla, que parecen sacudir los cielos y la tierra, o ver Sus ojos como llamas abrasadoras, y aunque no puedas sentir la disciplina de Su vara de hierro, sí puedes percibir en Sus palabras la furia de Dios y saber que Él muestra compasión por la humanidad; puedes ver Su carácter justo y Su sabiduría, y darte cuenta además de la preocupación y del cuidado que Él tiene por toda la humanidad”.
de “¿Sabes? Dios ha hecho algo grande entre los hombres”
Y sin embargo es esta persona ordinaria, que está escondida entre las personas, la que está haciendo la nueva obra de salvarnos. Él no nos aclara nada, ni nos dice por qué ha venido. Él sólo hace por pasos la obra que tiene la intención de hacer, y de acuerdo a Su plan. Sus palabras y declaraciones cada vez se hacen más frecuentes. De consolar, exhortar, recordar y advertir a reprochar y disciplinar; de un tono gentil y amable, a palabras que son temibles y majestuosas, todo infunde tanto compasión como estremecimiento en el hombre. Todo lo que dice tiene un fuerte efecto en los secretos que están profundamente escondidos dentro de nosotros; Sus palabras lastiman nuestros corazones, nuestros espíritus, y nos dejan avergonzados y humillados. […]
Sin que nosotros lo sepamos, este hombre insignificante nos ha llevado paso a paso en la obra de Dios. Sufrimos un sinnúmero de pruebas, somos sujetos a innumerables castigos y probados por la muerte. Aprendemos del carácter justo y majestuoso de Dios; disfrutamos, también, Su amor y compasión, y llegamos a valorar el gran poder y sabiduría de Dios; somos testigos de la hermosura de Dios y contemplamos el deseo ansioso de Dios de salvar al hombre. En las palabras de esta persona ordinaria, llegamos a conocer el carácter y la esencia de Dios, llegamos a entender la voluntad de Dios, llegamos a conocer la naturaleza y la esencia del hombre, y vemos el camino de salvación y perfección. Sus palabras nos hacen morir y nos hacen volver a nacer; Sus palabras nos dan consuelo, pero también nos atormentan con la culpa y un sentimiento de deuda; Sus palabras nos dan alegría y paz, pero también nos causan gran dolor. A veces somos como ovejas al matadero en Sus manos; a veces somos como la niña de Sus ojos y gozamos Su amor y afecto; a veces somos como Sus enemigos, convertidos en ceniza por Su ira en Sus ojos. Somos la humanidad que Él salvó; somos gusanos a Sus ojos, y somos los corderos perdidos que piensa noche y día encontrar. Él es misericordioso con nosotros, nos desprecia, nos levanta, nos consuela y nos exhorta, nos guía, nos esclarece, nos castiga y nos disciplina, y hasta nos maldice. Se preocupa por nosotros noche y día, nos protege y cuida de nosotros noche y día, nunca se aparta de nuestro lado, nos dedica todo Su cuidado y paga cualquier precio por nosotros. Con las palabras de esta pequeña carne ordinaria, hemos gozado la totalidad de Dios y contemplado el destino que Dios nos ha concedido. […]
La declaración de Dios continúa, y Él emplea varios métodos y perspectivas para advertirnos qué hacer y expresar la voz de Su corazón. Sus palabras llevan la energía de la vida y nos muestran el camino que debemos caminar y nos permiten entender cuál es la verdad. Empezamos a ser atraídos a Sus palabras, comenzamos a enfocarnos en el tono y la manera en la que habla, y subconscientemente comenzamos a tener un interés en la voz del corazón de esta persona que no tiene nada de especial. Hace esfuerzos meticulosos por nosotros, pierde el sueño y el apetito por nosotros, llora por nosotros, suspira por nosotros, se queja en la enfermedad por nosotros, sufre humillación por el bien de nuestro destino y salvación, y Su corazón sangra y derrama lágrimas por nuestra insensibilidad y rebeldía. Tal ser y tales posesiones están más allá de una persona ordinaria; ninguno de los corruptos las puede poseer o conseguir. Tiene una tolerancia y paciencia que ninguna persona ordinaria posee, y Su amor no lo posee ningún ser creado. Nadie excepto Él puede saber todos nuestros pensamientos, o tener tal conocimiento de nuestra naturaleza y esencia, o juzgar la rebeldía y corrupción de la humanidad, o hablarnos y obrar entre nosotros como lo puede este en nombre del Dios del cielo. Nadie excepto Él posee la autoridad, la sabiduría y la dignidad de Dios; el carácter de Dios, y lo que Él tiene y es, emana en su totalidad de Él. Nadie excepto Él nos puede mostrar el camino y traernos la luz. Nadie excepto Él puede revelar los misterios que Dios no ha revelado desde la creación hasta el día de hoy. Nadie excepto Él nos puede salvar de la esclavitud de Satanás y de nuestro carácter corrupto. Él representa a Dios y expresa la voz del corazón de Dios, las exhortaciones de Dios y las palabras de juicio de Dios hacia toda la humanidad. Él ha comenzado una nueva época, una nueva era, y ha traído un nuevo cielo y una nueva tierra, una nueva obra, y nos ha traído esperanza, y ha puesto fin a la vida que llevábamos en la imprecisión, y nos permitió contemplar plenamente el camino de salvación. Él ha conquistado todo nuestro ser y ha ganado nuestros corazones. De ese momento en adelante nuestras mentes se hacen conscientes y nuestros espíritus parecen ser revividos: esta persona ordinaria e insignificante, que vive entre nosotros y que nosotros hemos rechazado desde hace ya mucho tiempo, ¿no es el Señor Jesús, quien siempre está en nuestros pensamientos, y a quien anhelamos noche y día? ¡Es Él! ¡Realmente es Él! ¡Él es nuestro Dios! ¡Él es la verdad, el camino y la vida! Él nos ha permitido que vivamos otra vez, que veamos la luz, y ha detenido nuestros corazones errantes. Hemos regresado a la casa de Dios, hemos regresado ante Su trono, estamos cara a cara con Él, hemos presenciado Su rostro, y hemos visto el camino que está por delante. Ahora, Él ha conquistado nuestros corazones por completo; ya no dudamos quién es Él, ni nos oponemos a Su obra y Su palabra, y nos postramos completamente ante Él. No queremos otra cosa que seguir las pisadas de Dios por el resto de nuestras vidas, y ser hechos perfectos por Él, y recompensarle por Su gracia, y recompensar Su amor por nosotros, y obedecer Sus órdenes y disposiciones, y cooperar con Su obra, y hacer todo lo que podamos para completar lo que Él nos confíe”.

de “Contemplando la aparición de Dios en Su juicio y Su castigo”
Scripture quotations taken from www.LBLA.com . Copyright by The Lockman Foundation.

"Quién es el que ha regresado" (V) - Nadie puede sustituir a Dios al realizar la obra del juicio


Película evangélica "Quién es el que ha regresado" Escena 4 - Sólo Dios puede hacer la obra de juicio


¿Sabes por qué Dios hace Su obra de juicio en los últimos días personalmente, a través de la encarnación, en lugar de usar al hombre para hacerlo? Este breve video te mostrará el camino correcto.

El misterio de la piedad: la continuación (II) - ¿Cómo conocer a Dios encarnado?



El misterio de la piedad: la continuación (II) - ¿Cómo conocer a Dios encarnado?


En los últimos días, Dios se ha hecho carne para obrar la salvación del hombre. Pero, como no comprendemos la verdad de la encarnación, consideramos a Dios encarnado como una persona corriente, no reconocemos la voz de Dios y menos aún sabemos cómo recibir al Señor, hasta el punto de que llegamos a ser capaces de seguir al mundo religioso y al poder establecido en su oposición y condena a Dios. La situación no difiere de cuando Dios se encarnó como el Señor Jesús para realizar Su obra de la Era de la Gracia. Por tanto, comprender la verdad de la encarnación parece ser clave para que conozcamos a Dios. Entonces, ¿qué es exactamente la encarnación? ¿Cuál es la esencia de la encarnación?

Cristo realiza la obra de juicio con la verdad

La obra de los últimos días es la de separar a todos de acuerdo a su especie, para concluir el plan de gestión de Dios, porque el tiempo está cerca y el día de Dios ha llegado. Dios lleva a todos los que han entrado a Su reino, es decir, a todos los que le han sido leales hasta el final, a la era de Dios mismo. Sin embargo, antes de la llegada de la era de Dios mismo, la obra que Dios hará no es observar los hechos de los hombres ni inquirir acerca de sus vidas, sino juzgar su rebelión, porque Dios purificará a todos los que vengan ante Su trono. Todos los que han seguido las pisadas de Dios hasta este día son los que han venido delante del trono de Dios, por lo tanto, todos los que aceptan la última obra de Dios son a los que Dios va a purificar. En otras palabras, todos los que aceptan la última obra de Dios son los que Dios juzgará.

La mejor música cristiana 2018 | Dios se encarna para salvar a la humanidad


La mejor música cristiana 2018 | Dios se encarna para salvar a la humanidad
I Hoy es el día, ¿lo puedes ver? Qué grande que Dios venga entre los hombres. Los viene a salvar, a vencer a Satán, la razón de Su encarnación. Si no fuera así, por sí mismo no lo haría Él. Se ha encarnado Dios para vencer a Satán y al hombre guiar, de carne corrupta y a quien Dios quiere salvar. Dos veces se encarna Dios para a Satán vencer y al hombre salvar. En espíritu o en carne sólo Dios puede vencer a Satán. II Los ángeles no luchan, no tienen poder. Y el hombre corrupto no lo puede hacer. Se encarna Dios, produce vida del hombre, en él obra y lo salva, con Su inherente identidad, y la obra que hacer. Se ha encarnado Dios para vencer a Satán y al hombre guiar, de carne corrupta y a quien Dios quiere salvar. Dos veces se encarna Dios para a Satán vencer y al hombre salvar. En espíritu o en carne sólo Dios puede vencer a Satán. III Por siempre seguiría la lucha si no se encarnara Dios. Porque con el Espíritu o los hombres solos no podría ser. Se encarna Dios para luchar contra Satán, sólo así el hombre se puede salvar. Sólo así será Satán derrotado, sólo así sus planes destrozados. Si el hombre luchara solo en la batalla huiría con temor. El carácter corrupto del hombre no podría cambiar. El hombre no puede salvar al hombre de la cruz, ni conquistar la rebelde humanidad. Sólo puede hacer alguna antigua labor sin relación con vencer a Satán. IV Hay que obedecer y seguir. No puede traer una nueva era, ni puede luchar contra Satán. Satán se vence cuando el hombre agrada a Dios. Por cada nueva batalla en cada nueva era, Dios mismo ha de hacer por abrir un camino y una dirección, lleva al hombre a un reino mejor. Se ha encarnado Dios para vencer a Satán y al hombre guiar, de carne corrupta y a quien Dios quiere salvar. Dos veces se encarna Dios para a Satán vencer y al hombre salvar. En espíritu o en carne sólo Dios puede vencer a Satán. En espíritu o en carne sólo Dios puede vencer a Satán. De “La Palabra manifestada en carne” Recomendación: La mejor música cristiana | Sólo al obrar en la carne puede Dios alcanzar a la humanidad
Relámpago Oriental, la Iglesia de Dios Todopoderoso nació debido a la aparición y a la obra de Dios Todopoderoso, el retorno del Señor Jesús, Cristo de los últimos días. La iglesia está compuesta de todos aquellos quienes sinceramente aceptan la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso y están conquistados y salvados por la palabra de Dios. Fue completamente fundada por Dios Todopoderoso personalmente y personalmente la orienta y la pastorea y de ninguna manera fue establecida por ningún hombre. Cristo es la verdad, el camino y la vida. Las ovejas de Dios oyen la voz de Dios. En tanto leas las palabras de Dios Todopoderoso, verás que Dios ha aparecido. Correo: contact.es@kingdomsalvation.org Línea Directa: +34-663-435-098 Declaración especial: la producción de este vídeo la ha realizado la Iglesia de Dios Todopoderoso sin fines de lucro. Los actores que aparecen en esta producción lo hacen de manera voluntaria y no han recibido ningún tipo de retribución. Este vídeo no puede ser distribuido a terceros con ánimo de lucro, y esperamos que todo el mundo lo comparta y lo distribuya de manera pública. Sin el consentimiento de la Iglesia de Dios Todopoderoso, ninguna organización, grupo social ni individuo puede falsificar ni tergiversar el contenido de este vídeo.

La mejor música cristiana | Dios encarnado es el más amado


La mejor música cristiana | Dios encarnado es el más amado

I Tras Su encarnación, entre los hombres Él vivió; vio la depravación del hombre y la situación de su vida. Dios encarnado sintió el desamparo del hombre, y lo penosos que son; sintió su dolor. Dios ganó más compasión por la condición humana, y más preocupación por Sus seguidores por Sus instintos en la carne. II En el corazón de Dios, los que quiere gestionar y salvar significan todo para Él; los valora por encima de todo. Un gran precio ha pagado; a traición y dolor Él resistió. Pero nunca se rinde, y incesante en Su obra es Dios, sin arrepentimientos, sin reclamación. Dios ganó más compasión por la condición humana, y más preocupación por Sus seguidores por Sus instintos… Dios ganó más compasión por la condición humana, y más preocupación por Sus seguidores por Sus instintos en la carne. De "La Palabra manifestada en carne" Recomendación: Música cristiana 2018 | "Dios busca a aquellos que anhelan Su aparición" Dios está aquí Relámpago Oriental, la Iglesia de Dios Todopoderoso nació debido a la aparición y a la obra de Dios Todopoderoso, el retorno del Señor Jesús, Cristo de los últimos días. La iglesia está compuesta de todos aquellos quienes sinceramente aceptan la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso y están conquistados y salvados por la palabra de Dios. Fue completamente fundada por Dios Todopoderoso personalmente y personalmente la orienta y la pastorea y de ninguna manera fue establecida por ningún hombre. Cristo es la verdad, el camino y la vida. Las ovejas de Dios oyen la voz de Dios. En tanto leas las palabras de Dios Todopoderoso, verás que Dios ha aparecido. Correo: contact.es@kingdomsalvation.org Línea Directa: +34-663-435-098 Declaración especial: la producción de este vídeo la ha realizado la Iglesia de Dios Todopoderoso sin fines de lucro. Los actores que aparecen en esta producción lo hacen de manera voluntaria y no han recibido ningún tipo de retribución. Este vídeo no puede ser distribuido a terceros con ánimo de lucro, y esperamos que todo el mundo lo comparta y lo distribuya de manera pública. Sin el consentimiento de la Iglesia de Dios Todopoderoso, ninguna organización, grupo social ni individuo puede falsificar ni tergiversar el contenido de este vídeo.

La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios hecho carne

Imagen de la Iglesia de Dios Todopoderoso——La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios hecho carne

Dios se hizo carne porque el objeto de Su obra no es el espíritu de Satanás o de cualquier cosa incorpórea, sino el hombre que es de la carne y a quien Satanás ha corrompido. Precisamente porque la carne del hombre ha sido corrompida es que Dios ha hecho al hombre carnal el objeto de Su obra; además, porque el hombre es objeto de la corrupción, ha hecho al hombre el único objeto de Su obra a través de todas las etapas de Su obra de salvación. El hombre es un ser mortal, es de carne y sangre, y Dios es el único que puede salvar al hombre. De esta manera, Dios se debe hacer una carne que posea los mismos atributos que el hombre con el fin de hacer Su obra, para que Su obra pudiera lograr mejores efectos. Dios debe hacerse carne para hacer Su obra justamente porque el hombre es de la carne y es incapaz de vencer el pecado o de despojarse de la carne. Aunque la esencia y la identidad de Dios encarnado difiere grandemente de la esencia e identidad del hombre, con todo, Su apariencia es idéntica a la del hombre; tiene la apariencia de una persona normal y lleva la vida de una persona normal y los que lo ven no pueden discernir ninguna diferencia de una persona normal. Esta apariencia normal y humanidad normal son suficientes para que haga Su obra divina en la humanidad normal. Su carne le permite hacer Su obra en la humanidad normal y le ayuda a hacer Su obra entre los hombres, y Su humanidad normal, además, le ayuda a llevar a cabo la salvación entre los hombres. Aunque Su humanidad normal ha causado mucho alboroto entre los hombres, tal alboroto no ha impactado las consecuencias normales de Su obra. En resumen, la obra de Su carne normal es de un beneficio supremo para el hombre. Aunque la mayoría de la gente no acepta Su humanidad normal, Su obra aún es efectiva y estas consecuencias se logran gracias a Su humanidad normal. De esto no hay duda. De esto no hay duda. Por Su obra en la carne, el hombre gana diez veces o docenas de veces más cosas que las nociones que existen entre los hombres acerca de Su humanidad normal y, al final, todas esas nociones Su obra se las tragará y el efecto que Su obra ha logrado, es decir, el conocimiento que el hombre tiene de Él, excederá por mucho en número las nociones que el hombre tiene de Él. No hay manera de imaginar o medir la obra que hace en la carne, porque Su carne es diferente a la de cualquier hombre carnal; aunque el caparazón externo es idéntico, la esencia no es la misma. Su carne produce entre los hombres muchas nociones acerca de Dios, sin embargo, Su carne también le puede permitir al hombre adquirir mucho conocimiento y puede, incluso, conquistar a cualquier hombre que posea un caparazón externo similar. Porque no es solamente un hombre, sino que es Dios con el caparazón externo de un hombre y nadie puede desentrañarlo o entenderlo por completo. Todos aman y acogen favorablemente a un Dios invisible e intangible. Si Dios es sólo un espíritu que es invisible al hombre, al hombre le es muy fácil creer en Dios. El hombre puede dar rienda suelta a su imaginación, puede escoger cualquier imagen que le guste como la imagen de Dios para agradarse y hacerse sentir feliz. De esta manera, el hombre puede hacer lo que sea más agradable para su propio Dios y lo que este Dios esté muy dispuesto a hacer, sin escrúpulos. Es más, el hombre cree que nadie es más leal y devoto que él con Dios y que todos los demás son perros gentiles y desleales con Dios. Se puede decir que esto es lo que buscan aquellos cuya creencia en Dios es vaga y se basa en doctrina; todo lo que ellos buscan es lo mismo, con poca variación. Sólo que las imágenes de Dios en sus imaginaciones son diferentes, pero su esencia es de hecho la misma.
Al hombre no le preocupa su creencia despreocupada en Dios y cree en Dios como le place. Este es uno de los “derechos y libertades del hombre”, en los que nadie puede interferir porque el hombre cree en su propio Dios y no en el Dios de nadie más; es de su propiedad privada y casi todos poseen esta clase de propiedad privada. El hombre ve esta propiedad como un tesoro precioso pero para Dios no hay nada más despreciable o sin valor, porque no hay una señal más clara de la oposición a Dios que esta propiedad privada del hombre. Es por causa de la obra de Dios encarnado que Dios se hace una carne que tiene una forma tangible y que el hombre puede ver y tocar. No es un Espíritu sin forma, sino una carne con quien el hombre puede tener contacto y que puede tocar. Sin embargo, la mayoría de los Dioses en los que la gente cree son deidades sin carne que no tienen forma, que también son de una forma libre. De esta manera, el Dios encarnado se ha vuelto el enemigo de la mayoría de los que creen en Dios y los que no pueden aceptar el hecho de la encarnación de Dios se han vuelto, de manera similar, los adversarios de Dios. El hombre tiene nociones, no por su forma de pensar o por su rebelión, sino por esta propiedad privada que tiene. Es por esta propiedad privada que la mayoría de las personas mueren y, de hecho, este Dios ambiguo que no se puede tocar, que no se puede ver y que no existe, es lo que arruina la vida del hombre. La vida del hombre es confiscada, no por el Dios encarnado, mucho menos por el Dios del cielo, sino por el Dios de la propia imaginación del hombre. La única razón por la que el Dios encarnado haya venido a la carne es por causa de las necesidades del hombre corrupto. Es por causa de las necesidades del hombre pero no por las de Dios, y todos Sus sacrificios y sufrimientos son por el bien de la humanidad y no por el bien de Dios mismo. No hay pros y contras o recompensas para Dios; Él no va a segar una cosecha futura sino sólo lo que desde el principio se le debía. Todo lo que hace y sacrifica por la humanidad no es para que pueda ganar grandes recompensas sino sólo por el bien de la humanidad. Aunque la obra de Dios en la carne implica muchas dificultades inimaginables, los resultados que esta logra al final exceden por mucho los de la obra hecha directamente por el Espíritu. La obra de la carne conlleva muchas dificultades y la carne no puede poseer la misma identidad grandiosa que el Espíritu, no puede llevar a cabo los mismos hechos sobrenaturales que el Espíritu, mucho menos puede poseer la misma autoridad que el Espíritu. Aun así, la sustancia de la obra hecha por esta carne ordinaria es muy superior a la de la obra hecha directamente por el Espíritu y esta misma carne es la respuesta a todas las necesidades del hombre. Para los que van a ser salvados, el valor de utilización del Espíritu es muy inferior al de la carne: la obra del Espíritu es capaz de cubrir todo el universo, a través de todas las montañas, ríos, lagos y océanos, con todo, la obra de la carne se relaciona de un modo más efectivo con cada persona con quien tiene contacto. Es más, el hombre puede entender mejor y confiar más en la carne de Dios que tiene una forma tangible, y puede profundizar más en el conocimiento que tiene de Dios, y puede dejar en el hombre una impresión más profunda de los hechos presentes de Dios. La obra del Espíritu está envuelta en misterio; es difícil que los seres mortales la desentrañen y aún más difícil que la vean, y por eso sólo pueden confiar en imaginaciones huecas. La obra de la carne, sin embargo, es normal y se basa en la realidad, y posee una rica sabiduría y es un hecho que el ojo físico del hombre la puede contemplar; el hombre puede experimentar de forma personal la sabiduría de la obra de Dios y no tiene necesidad de emplear su profusa imaginación. Esta es la exactitud y valor real de la obra de Dios en la carne. El Espíritu sólo puede hacer cosas que son invisibles para el hombre y difíciles para que él se las imagine, por ejemplo, el esclarecimiento del Espíritu, el movimiento del Espíritu y la guía del Espíritu, pero para el hombre que es capaz de pensar, esto no le aporta ningún significado claro. Sólo le proporcionan un movimiento o un significado amplio, pero no le pueden dar una instrucción con palabras. La obra de Dios en la carne, sin embargo, es muy diferente: tiene una orientación exacta de las palabras, tiene una voluntad clara y tiene objetivos claros que se requieren. Y así el hombre no tiene que dar palos de ciego o emplear su imaginación, mucho menos hacer conjeturas. Esta es la claridad de la obra en la carne y su gran diferencia de la obra del Espíritu. La obra del Espíritu sólo es adecuada para una esfera limitada y no puede reemplazar la obra de la carne. La obra de la carne le da al hombre metas mucho más exactas y necesarias y un conocimiento mucho más real y valioso que la obra del Espíritu. La obra que es de mayor valor para el hombre corrupto es la que le proporciona palabras exactas, metas claras que seguir y que puede ver y tocar. Sólo la obra realista y la guía oportuna son idóneas para los gustos del hombre y sólo la obra real puede salvar al hombre de su carácter corrupto y depravado. Esto sólo lo puede lograr el Dios encarnado; sólo el Dios encarnado puede salvar al hombre de su antiguo carácter corrupto y depravado. Aunque el Espíritu es la esencia inherente de Dios, una obra como esta sólo la puede hacer Su carne. Si el Espíritu obrara sin ayuda de nadie, entonces no sería posible que Su obra fuera efectiva, esta es la pura verdad. Aunque la mayoría de las personas se han vuelto enemigas de Dios por causa de esta carne, cuando Él concluya Su obra, los que están en Su contra no sólo dejarán de ser Sus enemigos sino que, por el contrario, se convertirán en Sus testigos. Se convertirán en los testigos a los que ha conquistado, los testigos que son compatibles con Él e inseparables de Él. Hará que el hombre sepa la importancia de Su obra en la carne para él y el hombre sabrá la importancia de esta carne para el significado de su existencia, conocerá Su valor real para el crecimiento de su vida y, además, sabrá que esta carne se convertirá en una fuente viva de vida de la que el hombre no soportará apartarse. Aunque la carne encarnada de Dios está lejos de ser igual a la identidad y posición de Dios, y al hombre le parece que es incompatible con Su estatus presente, esta carne, que no posee la verdadera imagen de Dios o la verdadera identidad de Dios, puede hacer la obra que el Espíritu de Dios no puede hacer directamente. Tal es la verdadera importancia y valor de la encarnación de Dios y es esta importancia y valor lo que el hombre no puede apreciar y reconocer. Aunque todos los hombres admiran al Espíritu de Dios y menosprecian la carne de Dios, sin tomar en cuenta cómo vean o piensen, el significado y el valor reales de la carne superan con creces los del Espíritu. Por supuesto, sólo es con relación a la humanidad corrupta. Para cualquiera que busca la verdad y anhela la aparición de Dios, la obra del Espíritu puede sólo proporcionar un movimiento o una revelación, y un sentimiento de asombro que es inexplicable e inimaginable, y un sentimiento que es grandioso, trascendente y admirable aunque también inasequible e inalcanzable para todos. El hombre y el Espíritu de Dios sólo se pueden ver el uno al otro desde lejos, como si hubiera una gran distancia entre ellos y nunca pueden ser iguales, como si estuvieran separados por una división invisible. De hecho, esta es una ilusión que el Espíritu le da al hombre, porque el Espíritu y el hombre no son de la misma especie, porque el Espíritu y el hombre nunca van a coexistir en el mismo mundo y porque el Espíritu no posee nada del hombre. Así que el hombre no necesita al Espíritu porque el Espíritu no puede hacer directamente la obra que el hombre más necesita. La obra de la carne le ofrece al hombre objetivos reales qué buscar, palabras claras y un sentimiento de que Él es real y normal y que es humilde
y ordinario. Aunque el hombre lo pueda temer, a la mayoría de la gente le es fácil relacionarse con Él: el hombre puede contemplar Su rostro y escuchar Su voz y no tiene que contemplarlo desde lejos. Esta carne se siente accesible a los hombres, no distante o insondable, sino visible y palpable, porque esta carne está en el mismo mundo que el hombre.
Para todos aquellos que viven en la carne, cambiar su carácter requiere metas que perseguir, y conocer a Dios exige ser testigos de los hechos reales y del rostro real de Dios. Ambas cosas sólo las puede lograr la carne encarnada de Dios y sólo las puede conseguir la carne normal y real. Por esta razón, la encarnación es necesaria y toda la humanidad corrupta la necesita. Ya que a las personas se les pide que conozcan a Dios, las imágenes de Dioses ambiguos y sobrenaturales deben ser disipadas de sus corazones, y ya que se les pide que desechen su carácter corrupto, primero deben conocer su carácter corrupto. Si el hombre sólo hace la obra para disipar las imágenes de los Dioses vagos de los corazones de las personas, entonces fracasará en conseguir el efecto correcto. Las imágenes de los Dioses ambiguos que están en los corazones de las personas no se pueden exponer, desechar o expulsar por completo sólo con palabras. Al hacerlo así, a la larga no será posible disipar estas cosas que están profundamente arraigadas en las personas. Sólo el Dios práctico y la verdadera imagen de Dios pueden reemplazar estas cosas vagas y sobrenaturales para permitirles a las personas conocerlas poco a poco, y sólo de esta manera se puede lograr el efecto debido. El hombre reconoce que el Dios al que buscó en tiempos pasados es ambiguo y sobrenatural. Lo que puede lograr este efecto no es la guía directa del Espíritu, mucho menos las enseñanzas de un cierto individuo, sino el Dios encarnado. Las nociones del hombre se ponen al descubierto cuando el Dios encarnado hace de manera oficial Su obra, porque la normalidad y la realidad del Dios encarnado es la antítesis del Dios ambiguo y sobrenatural que hay en la imaginación del hombre. Las nociones originales del hombre sólo se pueden revelar por medio de su contraste con el Dios encarnado. Sin la comparación con el Dios encarnado, las nociones del hombre no se podrían revelar; en otras palabras, sin el contraste con la realidad las cosas vagas no se podrían revelar. Nadie es capaz de usar palabras para hacer esta obra y nadie es capaz de articular esta obra usando palabras. Sólo Dios mismo puede hacer Su propia obra y nadie más puede hacer esta obra en Su nombre. No importa qué tan rico sea el lenguaje del hombre, es incapaz de articular la realidad y la normalidad de Dios. El hombre sólo puede conocer a Dios de una manera más práctica y sólo lo puede ver con mayor claridad si Dios personalmente obra entre los hombres y muestra por completo Su imagen y Su ser. Este efecto no lo puede lograr ningún hombre carnal. Por supuesto, el Espíritu de Dios también es incapaz de lograr este efecto. Dios puede salvar hombres corruptos de la influencia de Satanás, pero esta obra no la puede conseguir directamente el Espíritu de Dios; más bien, sólo la puede hacer la carne que el Espíritu de Dios se pone, la carne encarnada de Dios. Esta carne es hombre y también es Dios, es un hombre que posee una humanidad normal y también es Dios que posee una divinidad completa. Y entonces, aunque esta carne no es el Espíritu de Dios, y difiere grandemente del Espíritu, todavía es el mismo Dios encarnado que salva a los hombres, que es el Espíritu y también la carne. No importa cómo se le llame, al final de cuentas es todavía Dios mismo que salva a la humanidad. Porque el Espíritu de Dios es indivisible de la carne y la obra de la carne también es la obra del Espíritu de Dios; es sólo que esta obra no se hace usando la identidad del Espíritu sino que se hace usando la identidad de la carne. La obra que el Espíritu tiene que hacer de manera directa no necesita la encarnación, y la obra que la carne tiene que hacer no la puede hacer directamente el Espíritu y sólo la puede hacer el Dios encarnado. Esto es lo que se necesita para esta obra y es lo que necesita la humanidad corrupta. En las tres etapas de la obra de Dios, sólo una etapa fue llevada a cabo directamente por el Espíritu, y las dos etapas restantes son llevadas a cabo por el Dios encarnado y no directamente por el Espíritu. La obra de la ley que el Espíritu hizo no implicó cambiar el carácter corrupto del hombre y tampoco tuvo relación con el conocimiento que el hombre tenía de Dios. La obra de la carne de Dios en la Era de la Gracia y la Era del Reino, sin embargo, involucra el carácter corrupto del hombre y su conocimiento de Dios y es una parte importante y crucial de la obra de salvación. Por lo tanto, la humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios encarnado y está más necesitada de la obra directa del Dios encarnado. La humanidad necesita al Dios encarnado para que la pastoree, la apoye, la riegue, la alimente, la juzgue y la castigue y ella necesita más gracia y una mayor redención del Dios encarnado. Sólo Dios en la carne puede ser el confidente del hombre, el pastor del hombre, el pronto auxilio del hombre, y todo esto es la necesidad que se tiene de la encarnación hoy y en el tiempo pasado.
Satanás ha corrompido al hombre y él es la más elevada de todas las criaturas de Dios, así que el hombre necesita la salvación de Dios. El objeto de la salvación de Dios es el hombre, no Satanás, y lo que será salvado es la carne del hombre y el alma del hombre, no el diablo. Satanás es el objeto de la aniquilación de Dios, el hombre es el objeto de la salvación de Dios y Satanás ha corrompido la carne del hombre por lo que lo primero que debe ser salvado es la carne del hombre. La carne del hombre ha sido profundamente corrompida y se ha convertido en algo que se opone a Dios, que incluso abiertamente se opone y niega la existencia de Dios. Esta carne corrupta es simplemente demasiado indisciplinada y no hay nada más difícil con lo cual tratar o cambiar que el carácter corrupto de la carne. Satanás viene a la carne del hombre para provocar disturbios y usa la carne del hombre para perturbar la obra de Dios y perjudicar el plan de Dios y de esta manera el hombre se ha vuelto Satanás y el enemigo de Dios. Para que el hombre sea salvado primero debe ser conquistado. Es por esto por lo que Dios acepta el reto y viene a la carne para hacer la obra que tiene la intención de hacer y librar la batalla contra Satanás. Su meta es la salvación de la humanidad que se ha corrompido y la derrota y aniquilación de Satanás que se rebela contra Él. Derrota a Satanás por medio de Su obra de conquistar al hombre y de manera simultánea salva a la humanidad corrupta. Así, Dios resuelve dos problemas de una vez. Obra en la carne y habla en la carne y emprende toda la obra en la carne con el fin de dedicarse mejor al hombre y conquistar mejor al hombre. La última vez que Dios se haga carne, concluirá en la carne Su obra de los últimos días. Va a clasificar a todos los hombres de acuerdo a su clase, concluirá toda Su gestión y también concluirá toda Su obra en la carne. Después de que toda Su obra en la tierra llegue a su fin, será completamente victorioso. Al obrar en la carne, Dios habrá conquistado por completo a la humanidad y habrá ganado por completo a la humanidad. ¿No quiere decir esto que toda Su gestión habrá llegado a un fin? Cuando Dios concluya Su obra en la carne, cuando haya derrotado por completo a Satanás y haya salido victorioso, Satanás ya no tendrá oportunidad de corromper al hombre. La obra de la primera encarnación de Dios fue la redención y el perdón de los pecados del hombre. Ahora es la obra de conquistar y ganar por completo a la humanidad para que Satanás ya no tenga manera de hacer su obra y haya perdido completamente y Dios haya salido completamente victorioso. Esta es la obra de la carne y es la obra que Dios mismo hace. La obra inicial de las tres etapas de la obra de Dios la hizo directamente el Espíritu y no la carne. La obra final de las tres etapas de la obra de Dios, sin embargo, la hace el Dios encarnado y no el Espíritu directamente. La obra de redención de la etapa intermediaria también la hizo Dios en la carne. A lo largo de toda la obra de gestión, la obra más importante es salvar al hombre de la influencia de Satanás. La obra clave es la conquista completa del hombre corrupto, restaurando así la reverencia original a Dios en el corazón del hombre conquistado y permitiéndole lograr una vida normal, es decir, la vida normal de una criatura de Dios. Esta obra es crucial y es el núcleo de la obra de gestión. En las tres etapas de la obra de salvación, la primera etapa de la obra de la ley estaba lejos del corazón de la obra de gestión; sólo tenía la ligera apariencia de la obra de salvación y no era el inicio de la obra de Dios de salvar al hombre del dominio de Satanás. La primera etapa de la obra la hizo directamente el Espíritu porque, bajo la ley, el hombre sólo sabía acatar la ley y no tenía más verdad, y porque la obra en la Era de la Ley difícilmente involucraba cambios en el carácter del hombre, mucho menos tenía que ver con la obra de cómo salvar al hombre del dominio de Satanás. Así el Espíritu de Dios completó esta etapa supremamente simple de la obra que no tenía que ver con el carácter corrupto del hombre. Esa etapa de la obra tuvo poca relación con el núcleo de la gestión y no tuvo gran correlación con la obra oficial de la salvación del hombre y, por lo tanto, no requería que Dios se hiciera carne para hacer personalmente Su obra. La obra que el Espíritu hace está implícita y es insondable, y para el hombre es temerosa e inaccesible; el Espíritu no es el adecuado para hacer directamente la obra de salvación y no es el adecuado para proporcionar directamente vida al hombre. Lo más adecuado para el hombre es transformar la obra del Espíritu en un enfoque que esté cerca del hombre, es decir, lo que es más adecuado para el hombre es que Dios se vuelva una persona ordinaria y normal para hacer Su obra. Esto requiere que Dios se encarne para reemplazar la obra del Espíritu, y para el hombre no hay forma más adecuada en la que Dios obre. Entre estas tres etapas de la obra, dos etapas las lleva a cabo la carne y estas dos etapas son las fases clave de la obra de gestión. Las dos encarnaciones son mutuamente complementarias y perfectas entre sí. La primera etapa de la encarnación de Dios puso el fundamento para la segunda etapa y se puede decir que las dos encarnaciones de Dios forman un todo y no son incompatibles entre sí. Estas dos etapas de la obra de Dios las lleva a cabo Dios en Su identidad encarnada porque son muy importantes para toda la obra de gestión. Casi se podría decir que, sin la obra de las dos encarnaciones de Dios, toda la obra de gestión se detendría por completo y la obra de salvar a la humanidad no sería nada más que palabras vacías. Que esta obra sea o no importante se basa en la necesidad de la humanidad y la realidad de la depravación de la humanidad, y la severidad de la desobediencia de Satanás y la perturbación que hace en la obra. Lo que corresponde a esta tarea está basado sobre la naturaleza de su obra y la importancia de la obra. Cuando se trata de la importancia de esta obra, en términos de qué método adoptar para obrar —la obra hecha directamente por el Espíritu, o la obra hecha por Dios encarnado, o la obra hecha por el hombre— la primera que se debe eliminar es la obra hecha a través del hombre y, basándose en la naturaleza de la obra y la naturaleza de la obra del Espíritu versus la de la carne, al final de cuentas se decide que la obra hecha por la carne es más beneficiosa para el hombre que la obra hecha directamente por el Espíritu, y ofrece más ventajas. Este es el pensamiento que Dios tiene en el momento de decidir si la obra la hace el Espíritu o la carne. Hay un significado y una base para cada etapa de la obra. No son imaginaciones sin fundamento ni tampoco se llevan a cabo de un modo arbitrario; hay cierta sabiduría en ellas. Esta es la verdad detrás de toda la obra de Dios. En concreto, hay más del plan de Dios en esa obra grandiosa como Dios encarnado obrando personalmente entre los hombres. Y así, la sabiduría de Dios y la totalidad de Su ser se reflejan en Su propia acción, pensamiento e ideas al obrar; este es el ser de Dios que es más concreto y sistemático. Estos pensamientos e ideas sutiles son difíciles que el hombre se los imagine y son difíciles que el hombre los crea y, además, son difíciles que el hombre los conozca. La obra hecha por el hombre es de acuerdo a los principios generales que, para el hombre, es altamente satisfactoria. Pero comparada con la obra de Dios, hay simplemente una disparidad excesiva; aunque los hechos de Dios son grandiosos y la obra de Dios es de una magnífica escala, detrás de ellos hay muchos planes minuciosos y precisos y arreglos que son inconcebibles para el hombre. Cada etapa de Su obra no sólo se da conforme a principio sino que también contiene numerosas cosas que el lenguaje humano no puede articular, y estas son las cosas que al hombre le son invisibles. Independientemente de si es la obra del Espíritu o la obra de Dios encarnado, cada una contiene los planes de Su obra. Él no
obra infundadamente y no hace una obra insignificante. Cuando el Espíritu obra directamente es con Sus metas, y cuando se hace hombre (es decir, cuando transforma Su caparazón externo) para obrar, es aún más con Su propósito. ¿Por qué otra cosa cambiaría Su identidad libremente? ¿Por qué otra cosa se haría libremente una persona que es vista como despreciable y es perseguida?
Su obra en la carne es de la máxima importancia, de la cual se habla con respecto a la obra, y aquel que en última instancia concluye la obra es el Dios encarnado y no el Espíritu. Algunos creen que Dios puede en algún momento venir a la tierra y aparecerse al hombre, tras lo cual juzgar personalmente a toda la humanidad, probándola uno por uno sin omitir a nadie. Los que piensan de esta manera no conocen esta etapa de la obra de encarnación. Dios no juzga al hombre uno por uno y no prueba al hombre uno por uno; hacerlo así no sería la obra de juicio. ¿No es la corrupción de toda la humanidad la misma? ¿No es toda la esencia del hombre la misma? Lo que se juzga es la esencia corrupta de la humanidad, la esencia del hombre que Satanás corrompió y todos los pecados del hombre. Dios no juzga los errores frívolos e insignificantes del hombre. La obra de juicio es representativa y no se lleva a cabo especialmente para una cierta persona, más bien, es la obra en la que un grupo de personas es juzgado con el fin de representar el juicio de toda la humanidad. Al llevar a cabo personalmente Su obra en un grupo de personas, Dios en la carne usa Su obra para representar la obra de toda la humanidad, después de lo cual se extiende gradualmente. La obra de juicio también es así. Dios no juzga a una cierta clase de persona o a un cierto grupo de personas, sino que juzga la injusticia de toda la humanidad, la oposición del hombre a Dios, por ejemplo, o la irreverencia del hombre contra Él o la rebelión a la obra de Dios, etc. Lo que se juzga es la esencia de la humanidad en su oposición a Dios y esta obra es la obra de conquista de los últimos días. La obra y la palabra del Dios encarnado de las que el hombre es testigo, son la obra de juicio ante el gran trono blanco durante los últimos días, que el hombre concibió durante el tiempo pasado. La obra que actualmente está haciendo el Dios encarnado es exactamente el juicio ante el gran trono blanco. El Dios encarnado de hoy es el Dios que juzga a toda la humanidad durante los últimos días. Esta carne y Su obra, palabras y carácter completo son la totalidad de Él. Aunque la esfera de Su obra es limitada, y no involucra de manera directa todo el universo, la sustancia de la obra de juicio es el juicio directo de toda la humanidad; no es la obra que se emprende sólo por China o para un pequeño número de personas. Durante la obra de Dios en la carne, aunque la esfera de esta obra no involucra todo el universo, representa la obra de todo el universo y después de que Él concluya la obra dentro de la esfera de la obra de Su carne, de inmediato expandirá esta obra a todo el universo, de la misma manera que el evangelio de Jesús se esparció a todo el universo después de Su resurrección y ascensión. Independientemente de si es la obra del Espíritu o la obra de la carne, es la obra que se lleva a cabo dentro de una esfera limitada pero que representa la obra de todo el universo. Durante los últimos días, Dios aparece para hacer Su obra usando Su identidad encarnada y Dios en la carne es el Dios que juzga al hombre ante el gran trono blanco. Independientemente de si Él es el Espíritu o la carne, el que hace la obra de juicio es el Dios que juzga a la humanidad durante los últimos días. Esto se define basándose en Su obra y no se define de acuerdo a Su apariencia externa u otros diversos factores. Aunque el hombre tiene nociones de estas palabras, nadie puede negar el hecho del juicio de Dios encarnado y la conquista de toda la humanidad. Independientemente de cómo se evalúen, los hechos son, después de todo, hechos. Nadie puede decir que, “Dios hace la obra pero la carne no es Dios”. Esto es absurdo, porque esta obra nadie la puede hacer excepto Dios en la carne. Puesto que esta obra ya se ha terminado, después de esta obra la obra del juicio de Dios para el hombre no aparecerá por segunda vez; el segundo Dios encarnado ya ha terminado toda la obra de toda la gestión y no habrá una cuarta etapa de la obra de Dios. Porque el que es juzgado es el hombre, el hombre que es de la carne y se ha corrompido, y no es el espíritu de Satanás el que es juzgado directamente, la obra de juicio no se lleva a cabo en el mundo espiritual sino entre los hombres. Nadie es más adecuado y está más calificado que Dios en la carne para hacer la obra de juzgar la corrupción de la carne del hombre. Si el juicio lo llevara a cabo directamente el Espíritu de Dios, entonces no lo abarcaría todo. Además, sería difícil que el hombre aceptara esta obra, porque el Espíritu no puede venir cara a cara con el hombre y, por esta razón, los efectos no serían inmediatos, mucho menos el hombre sería capaz de contemplar con mayor claridad el carácter de Dios que no ofende. Satanás sólo puede ser completamente derrotado si Dios en la carne juzga la corrupción de la humanidad. Al ser igual que el hombre poseyendo una humanidad normal, Dios en la carne puede juzgar directamente la injusticia del hombre; esta es la marca de Su santidad innata y Su ser extraordinario. Sólo Dios está calificado y en la posición de juzgar al hombre porque Él es poseedor de la verdad y la justicia y por eso es capaz de juzgar al hombre. Los que no tienen la verdad y la justicia no son aptos para juzgar a los demás. Si esta obra la hiciera el Espíritu de Dios, entonces no sería una victoria sobre Satanás. Por naturaleza el Espíritu es más exaltado que los seres mortales y por naturaleza el Espíritu de Dios es santo y victorioso sobre la carne. Si el Espíritu hiciera esta obra directamente, no sería capaz de juzgar toda la desobediencia del hombre y no podría revelar toda la injusticia del hombre. Porque la obra de juicio también se lleva a cabo por las nociones que el hombre tiene de Dios y el hombre nunca ha tenido ninguna noción del Espíritu y así el Espíritu es incapaz de revelar mejor la injusticia del hombre, mucho menos de descubrir por completo tal injusticia. El Dios encarnado es el enemigo de todos aquellos que no lo conocen. Por medio de juzgar las nociones del hombre y su oposición a Él, descubre toda la desobediencia de la humanidad. Los efectos de Su obra en la carne son más aparentes que los de la obra del Espíritu. Y así, el juicio de toda la humanidad no lo lleva a cabo directamente el Espíritu sino que es la obra del Dios encarnado. El hombre puede ver y tocar al Dios en la carne y el Dios en la carne puede conquistar por completo al hombre. En su relación con Dios en la carne, el hombre avanza de la oposición a la obediencia, de la persecución a la aceptación, de la noción al conocimiento y del rechazo al amor. Estos son los efectos de la obra del Dios encarnado. El hombre sólo es salvo cuando acepta Su juicio, sólo llega a conocerlo poco a poco a través de las palabras de Su boca, es conquistado por Él cuando se opone a Él, y recibe la provisión de Su vida cuando acepta Su castigo. Toda esta obra es la obra de Dios en la carne y no la obra de Dios en Su identidad como el Espíritu. La obra que hace el Dios encarnado es la obra más grande y la obra más profunda, y la parte crucial de las tres etapas de la obra de Dios son las dos etapas de la obra de encarnación. La profunda corrupción del hombre es un gran obstáculo a la obra de Dios encarnado. En particular, la obra que se lleva a cabo en las personas de los últimos días es tremendamente difícil y el ambiente es hostil y el calibre de cada clase de persona es bastante pobre. Sin embargo, al final de esta obra, todavía logrará el resultado correcto, sin defectos; este es el resultado de la obra de la carne y este resultado es más persuasivo que el de la obra del Espíritu. Las tres etapas de la obra de Dios las concluirá Dios en la carne y las debe concluir el Dios encarnado. La obra más importante y más crucial la hace Dios en la carne, y la salvación del hombre la debe llevar a cabo personalmente Dios en la carne. Aunque toda la humanidad sienta que Dios en la carne no está relacionado con el hombre, de hecho, esta carne tiene que ver con el destino y la existencia de toda la hum
anidad.
Cada etapa de la obra de Dios es por el bien de toda la humanidad y se dirige a toda la humanidad. Aunque es Su obra en la carne, todavía se dirige a toda la humanidad; Él es el Dios de toda la humanidad y es el Dios de todos los seres creados y no creados. Aunque Su obra en la carne está dentro de una esfera limitada, y el objeto de esta obra también es limitado, cada vez que se hace carne para hacer Su obra, escoge un objeto de Su obra que sea supremamente representativo; no selecciona un grupo de gente simple y ordinario en el cual obrar, sino que escoge como el objeto de Su obra a un grupo de personas capaces de ser el representativo de Su obra en la carne. Este grupo de personas se escoge porque la esfera de Su obra en la carne es limitada y porque está preparado especialmente para Su carne encarnada y se escoge especialmente para Su obra en la carne. La selección que Dios hace de los objetos de Su obra no es infundada sino de acuerdo al principio: el objeto de la obra debe ser de beneficio a la obra de Dios en la carne y debe ser capaz de representar a toda la humanidad. Por ejemplo, los judíos pudieron representar a toda la humanidad al aceptar la redención personal de Jesús y los chinos pueden representar a toda la humanidad al aceptar la conquista personal del Dios encarnado. Hay una base para que los judíos representen a toda la humanidad y también hay una base para que las personas chinas representen a toda la humanidad al aceptar la conquista personal de Dios. Nada revela más el significado de la redención que la obra de redención que se hizo entre los judíos y nada revela más la minuciosidad y el éxito de la obra de conquista que la obra de conquista entre las personas chinas. La obra y la palabra del Dios encarnado parece que sólo se dirigen a un pequeño grupo de personas pero, de hecho, Su obra entre este pequeño grupo es la obra de todo el universo y Su palabra se dirige a toda la humanidad. Después de que Su obra en la carne llegue a su fin, los que lo sigan van a comenzar a esparcir la obra que Él ha hecho entre ellos. Lo mejor de Su obra en la carne es que Él puede dejar palabras y exhortaciones exactas y Su voluntad precisa para la humanidad para los que lo siguen, para que después Sus seguidores puedan, de una manera más exacta y más concreta, transmitir toda Su obra en la carne y Su voluntad a toda la humanidad para los que aceptan este camino. Sólo la obra de Dios en la carne entre los hombres logra realmente el hecho de que Dios esté y viva junto con el hombre. Sólo esta obra cumple el deseo del hombre de contemplar el rostro de Dios, de ser testigo de la obra de Dios, y de escuchar la palabra personal de Dios. El Dios encarnado da fin a la época cuando sólo la espalda de Jehová aparecía a la humanidad y también concluye la época en que la humanidad tenía la creencia en el Dios ambiguo. En particular, la obra del último Dios encarnado trae a toda la humanidad a una época más realista, más práctica y más agradable. Él no sólo concluye la época de la ley y la doctrina; de mayor importancia aún, revela a la humanidad un Dios que es real y normal, que es justo y santo, que abre la obra del plan de gestión y demuestra los misterios y el destino de la humanidad, que creó a la humanidad y da fin a la obra de gestión y que ha permanecido oculto por miles de años. Da fin por completo a la época de ambigüedad y concluye la época en la que toda la humanidad deseaba buscar el rostro de Dios pero no era capaz de hacerlo, termina la época en la que toda la humanidad servía a Satanás y guía a toda la humanidad hasta el final a una era completamente nueva. Todo esto es el resultado de la obra de Dios en la carne en vez de la del Espíritu de Dios. Cuando Dios obra en Su carne, los que lo siguen ya no buscan y andan a tientas por esas cosas vagas y ambiguas y dejan de adivinar la voluntad del Dios ambiguo. Cuando Dios esparce Su obra en la carne, los que lo siguen transmitirán la obra que ha hecho en la carne a todas las denominaciones y sectas, y van a comunicar todas Sus palabras a oídos de toda la humanidad. Todo lo que escuchen los que reciban Su evangelio van a ser los hechos de Su obra, van a ser las cosas que el hombre personalmente haya visto y escuchado y van a ser hechos y no rumores. Estos hechos son la evidencia con los cuales Él esparce la obra y también son las herramientas que usa para esparcir la obra. Sin la existencia de los hechos, Su evangelio no se esparciría a todos los países y a todos los lugares; sin los hechos sino sólo con las imaginaciones del hombre, Él nunca podría hacer la obra de conquistar todo el universo. El Espíritu no es palpable para el hombre y es invisible para el hombre, y la obra del Espíritu es incapaz de dejarle al hombre cualquier otra prueba o hechos de la obra de Dios. El hombre nunca contemplará el verdadero rostro de Dios y siempre creerá en un Dios ambiguo que no existe. El hombre nunca contemplará el rostro de Dios ni nunca escuchará las palabras que Dios habló personalmente. Las imaginaciones del hombre son, después de todo, huecas y no pueden reemplazar el verdadero rostro de Dios; el carácter inherente de Dios y la obra de Dios mismo el hombre no las puede imitar. El Dios invisible en el cielo y Su obra sólo pueden ser traídos a la tierra por el Dios encarnado que personalmente hace Su obra entre los hombres. Esta es la manera más ideal en la que Dios se aparece al hombre, en la que el hombre ve a Dios y llega a conocer el verdadero rostro de Dios, y esto no lo puede lograr un Dios no encarnado. Habiendo Dios llevado a cabo Su obra hasta esta etapa, Su obra ya ha logrado el efecto óptimo y ha sido un éxito completo. La obra personal de Dios en la carne ya ha completado noventa por ciento de la obra de toda la gestión de Dios. La carne ha provisto un mejor comienzo a toda Su obra y un resumen para toda Su obra, y ha promulgado toda Su obra y hecho la última reposición a fondo a toda esta obra. De ahora en adelante, no habrá otro Dios encarnado para hacer la cuarta etapa de la obra de Dios y ya no habrá más obra maravillosa de la tercera encarnación de Dios.
Cada etapa de la obra de Dios en la carne representa Su obra de toda la era y no representa un cierto periodo como la obra del hombre. Y de esta manera el fin de la obra de Su última encarnación no quiere decir que Su obra ha llegado a un final completo, porque Su obra en la carne representa toda la era y no sólo representa el periodo en el que hace Su obra en la carne. Es sólo que termina Su obra de toda la era durante el tiempo que está en la carne, después de lo cual se esparce a todos los lugares. Después de que el Dios encarnado cumpla Su ministerio, le va a confiar Su obra futura a los que lo siguen. De esta manera, Su obra de toda la era se llevará a cabo de un modo continuo. La obra de toda la era de la encarnación sólo se va a considerar completa una vez que se haya esparcido a todo el universo. La obra de Dios encarnado da inicio a una nueva era y los que continúan Su obra son los hombres que Él usa. Toda la obra hecha por el hombre está dentro del ministerio de Dios en la carne y no puede ir más allá de esta esfera. Si Dios encarnado no viene a hacer Su obra, el hombre no es capaz de dar fin a la era antigua y no es capaz de dar inicio a la nueva era. La obra que el hombre hace es solamente dentro del rango de su deber que es humanamente posible y no representa la obra de Dios. Sólo el Dios encarnado puede venir y completar la obra que Él debe hacer y, excepto por Él, nadie puede hacer esta obra en Su nombre. Por supuesto, de lo que hablo es en relación con la obra de encarnación. Este Dios encarnado primero lleva a cabo una etapa de la obra que no se conforma a las nociones del hombre, después de lo cual hace más obra que no se conforma a las nociones del hombre. La meta de la obra es la conquista del hombre. En un aspecto, la encarnación de Dios no se conforma a las nociones del hombre, además Él hace más obra que no se conforma a las nociones del hombre y así el hombre desarrolla puntos de vista incluso más críticos acerca de Él. Sólo hace la obra de conquista entre los hombres que tienen miles de nociones hacia Él. Independientemente de cómo lo traten, una vez que ha cumplido Su ministerio, todos los hombres estarán sujetos a Su dominio. El hecho de esta obra no sólo se refleja entre las personas chinas, sino que representa cómo toda la humanidad va a ser conquistada. Los efectos que se logran en estas personas son un precursor de los efectos que se van a lograr en toda la humanidad, y los efectos de la obra que Él hace en el futuro incluso excederán cada vez más los efectos en estas personas. La obra de Dios en la carne no involucra grandes fanfarrias ni tampoco está envuelta en misterio. Es real y actual y es la obra en la cual uno más uno son dos. No está escondida de nadie ni tampoco engaña a nadie. Lo que las personas ven son cosas reales y genuinas y lo que el hombre gana es conocimiento y verdad reales. Cuando la obra termine, el hombre tendrá un nuevo conocimiento de Él y los que verdaderamente buscan a Dios ya no tendrán ninguna noción de Él. Este no es sólo el resultado de Su obra en las personas chinas, sino que también representa el resultado de Su obra de conquistar a toda la humanidad, porque nada es más beneficioso a la obra de conquistar a toda la humanidad que esta carne y la obra de esta carne y todo lo de esta carne. Son beneficiosas a Su obra hoy y son beneficiosas para Su obra en el futuro. Esta carne conquistará a toda la humanidad y ganará a toda la humanidad. No hay mejor obra por medio de la cual toda la humanidad contemple a Dios y obedezca a Dios y conozca a Dios. La obra que el hombre hace sólo representa una esfera limitada, y cuando Dios hace Su obra no le habla a cierta persona sino que le habla a toda la humanidad y a todos los que aceptan Sus palabras. El fin que proclama es el fin de todos los hombres, no sólo el fin de una cierta persona. No le da un trato especial a nadie ni tampoco victimiza a nadie, y Él obra para y le habla a toda la humanidad. Y así este Dios encarnado ya ha clasificado a toda la humanidad de acuerdo a la especie, ya ha juzgado a toda la humanidad y ha arreglado un destino adecuado para toda la humanidad. Aunque Dios sólo haga Su obra en China, en realidad Él ya ha resuelto la obra de todo el universo. No puede esperar hasta que Su obra se haya esparcido entre toda la humanidad para hacer Sus declaraciones y arreglos paso a paso. ¿No sería eso demasiado tarde? Ahora es totalmente capaz de completar la obra futura por adelantado. Ya que el que está obrando es Dios en la carne, Él está haciendo una obra ilimitada dentro de una esfera limitada y después va a hacer que el hombre desempeñe el deber que el hombre debe desempeñar; este es el principio de Su obra. Sólo puede vivir con el hombre por un tiempo y no puede acompañar al hombre hasta que la obra de toda la era haya concluido. Es porque Él es Dios que predice Su obra futura por adelantado. Después, clasificará por Sus palabras a toda la humanidad de acuerdo a su especie y la humanidad entrará a Su obra paso a paso de acuerdo con Sus palabras. Nadie escapará y todos deben profesar de acuerdo a esto. Así que, en el futuro Sus palabras guiarán la era y no el Espíritu.
La obra de Dios en la carne se debe hacer en la carne. Si el Espíritu de Dios la hiciera directamente no produciría resultados. Incluso si el Espíritu la hiciera, la obra no tendría gran significado y al final de cuentas sería poco convincente. Todas las criaturas quieren saber si la obra del Creador tiene significado, qué representa y en beneficio de qué es y si la obra de Dios está llena de autoridad y sabiduría y si es de sumo valor y significado. La obra que Él hace es para la salvación de toda la humanidad y con el objetivo de derrotar a Satanás y para dar testimonio de Él mismo entre todas las cosas. Como tal, la obra que Él hace debe ser de gran significado. Satanás ha corrompido la carne del hombre y la ha cegado profundamente y la ha dañado terriblemente. La razón fundamental por la que Dios obra personalmente en la carne es porque el objeto de Su salvación es el hombre, que es de la carne, y porque Satanás usa la carne del hombre para turbar la obra de Dios. La batalla contra Satanás es en realidad la obra de conquistar al hombre y, al mismo tiempo, el hombre también es el objeto de la salvación de Dios. De esta manera, la obra de Dios encarnado es esencial. Satanás corrompió la carne del hombre y el hombre se convirtió en la personificación de Satanás y se volvió el objeto que Dios debe derrotar. Así, la obra de librar la batalla contra Satanás y salvar a la humanidad ocurre en la tierra y Dios se debe hacer humano con el fin de librar la batalla contra Satanás. Esta es una obra de la máxima realidad. Cuando Dios está obrando en la carne, en realidad está librando la batalla contra Satanás en la carne. Cuando obra en la carne, está haciendo Su obra en el reino espiritual y hace toda Su obra en el reino espiritual real en la tierra. El que es conquistado es el hombre, que lo desobedece a Él, el que es derrotado es la personificación de Satanás (por supuesto, este también es el hombre), que está en enemistad con Él, y el que al fin de cuentas es salvado también es el hombre. De esta manera, es hasta más necesario que Él se haga un hombre que tenga el caparazón externo de una criatura, para que pueda librar la batalla real contra Satanás, conquistando al hombre, que lo desobedece y posee el mismo caparazón externo que Él, y salvando al hombre, que es del mismo caparazón externo que Él y a quien Satanás ha dañado. Su enemigo es el hombre, el objeto de Su conquista es el hombre, y el objeto de Su salvación es el hombre que creó. Así que debe volverse hombre y, de esta manera, Su obra se hace mucho más fácil. Es capaz de derrotar a Satanás y conquistar a la humanidad y, además, es capaz de salvar a la humanidad. Aunque esta carne es normal y real, Él no es una carne común: Él no es carne que es sólo humana sino carne que es tanto humana como divina. Esta es Su diferencia con el hombre y es la marca de la identidad de Dios. Sólo carne como esta puede hacer la obra que Él tiene la intención de hacer, y cumplir el ministerio de Dios en la carne y terminar por completo Su obra entre los hombres. Si no fuera así, Su obra entre los hombres siempre estaría vacía y sería imperfecta. Aunque Dios puede librar la batalla contra el espíritu de Satanás y salir victorioso, el antiguo carácter del hombre corrupto nunca se puede resolver y los que le son desobedientes y se le oponen nunca pueden verdaderamente estar sujetos a Su domino, es decir, Él nunca puede conquistar a la humanidad y nunca puede ganar a toda la humanidad. Si Su obra en la tierra no se puede resolver, entonces Su gestión nunca llegará a un fin y toda la humanidad no podrá entrar en el reposo. Si Dios no puede entrar en el reposo con todas Sus criaturas, entonces nunca habrá un resultado a esa obra de gestión y la gloria de Dios por consiguiente desaparecerá. Aunque Su carne no tiene autoridad, la obra que Él hace habrá logrado su efecto. Esta es la dirección inevitable de Su obra. Independientemente de si Su carne posee o no autoridad, siempre y cuando Él sea capaz de hacer la obra de Dios mismo, entonces es Dios mismo. Independientemente de qué tan normal y ordinaria sea esta carne, Él puede hacer la obra que debe hacer porque esta carne es Dios y no sólo un hombre. La razón por la que esta carne puede hacer la obra que el hombre no puede hacer es porque Su esencia interna es diferente a la de cualquier hombre, y la razón por la que Él puede salvar al hombre es porque Su identidad es diferente a la de cualquier hombre. Esta carne es tan importante para la humanidad porque es hombre y, más aún, Dios, porque puede hacer la obra que ningún hombre de carne común y corriente puede hacer, y porque puede salvar al hombre corrupto que vive junto con Él en la tierra. Aunque es idéntico al hombre, el Dios encarnado es más importante para la humanidad que cualquier persona de valor porque puede hacer la obra que el Espíritu de Dios no puede hacer, y es más capaz que el Espíritu de Dios para dar testimonio de Dios mismo, y es más capaz que el Espíritu de Dios para ganar por completo a la humanidad. Como resultado, aunque esta carne es normal y ordinaria, Su contribución a la humanidad y Su significado a la existencia de la humanidad, la hacen sumamente preciosa y el valor y el significado reales de esta carne son inmensurables para cualquier hombre. Aunque esta carne no puede destruir directamente a Satanás, puede usar Su obra para conquistar a la humanidad y derrotar a Satanás y hacer que Satanás se someta por completo a Su dominio. Porque Dios es encarnado es que puede derrotar a Satanás y es capaz de salvar a la humanidad. No destruye directamente a Satanás sino que se hace carne para hacer la obra de conquistar a la humanidad, a quien Satanás ha corrompido. De esta manera, está en mejores condiciones para dar testimonio de Él mismo entre las criaturas y está mejor capacitado para salvar al hombre corrompido. Que el Dios encarnado derrote a Satanás da un mayor testimonio y es más convincente que si el Espíritu de Dios destruyera directamente a Satanás. Dios en la carne está mejor capacitado de ayudar al hombre a conocer al Creador y está en mejores condiciones de dar testimonio de Él mismo entre las criaturas.