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La decimoquinta declaración

                                  Iglesia de Dios Todopoderoso--La decimoquinta declaración

El hombre es una criatura sin conocimiento de sí mismo. Sin embargo, aunque sea incapaz de conocerse a sí mismo, conoce a todo el mundo como la palma de su mano, como si todos los demás hubiesen pasado primero su “inspección” y recibido su aprobación antes de decir o hacer cualquier cosa, y, por ende, como si él hubiese tomado la medida entera de todas las demás personas, incluyendo su estado psicológico. Todos los seres humanos son así. El hombre ha entrado hoy en la Era del Reino, pero su naturaleza se mantiene inmutable. Todavía hace como lo hago Yo frente a Mí, pero a Mis espaldas comienza a dedicarse a su propio y único “negocio”. Sin embargo, una vez que lo ha terminado y regresa ante Mí otra vez, él es como una persona diferente, aparentemente con una calma audaz, con una sosegada expresión en su rostro, su pulso firme. ¿No es esto precisamente lo que hace al hombre tan despreciable? ¿Cuántas personas llevan dos caras completamente diferentes, una ante Mí y otra distinta a Mis espaldas? ¿Cuántos son como corderos recién nacidos en Mi presencia, pero a Mis espaldas se convierten en tigres salvajes, y luego se convierten en pequeñas aves revoloteando alegres por las montañas? ¿Cuántos muestran propósito y resolución ante Mí? ¿Cuántos vienen sedientos y anhelantes ante Mí en busca de Mi palabra, pero a Mis espaldas se vuelven cada vez más hartos de ellas y renuncian a ellas, como si Mi palabra fuese una carga? Tantas veces, viendo a la raza humana corrompida por Mi enemigo, he renunciado a poner Mis esperanzas en la humanidad. Tantas veces, viendo al hombre venir delante de Mí bañado en lágrimas suplicando Mi perdón, pero a cuenta de su falta de respeto hacia sí mismo y su incorregible terquedad, Yo he cerrado Mis ojos con ira a su acción, incluso cuando su corazón es genuino y sus intenciones sinceras. Tantas veces veo que el hombre es capaz de tener fe para cooperar conmigo, y veo cómo, en Mi presencia, parece estar reclinado en Mis brazos, saboreando el calor de Mi abrazo. Tantas veces, al ver la inocencia, la vivacidad y la belleza de Mi pueblo elegido, siempre he sentido un inmenso placer en Mi corazón a causa de estas cosas. Los seres humanos no saben cómo disfrutar de su bendición predestinada en Mis manos, porque no saben lo que ultimadamente significa la bendición o el sufrimiento. Por esta razón, la humanidad está muy lejos de ser sincera en su búsqueda de Mí. Si no existiera tal cosa como el mañana, ¿quién de vosotros, en Mi presencia, sería tan blanco como la nieve, tan falto de mancha como el jade puro? ¿No es acaso cierto que vuestro amor por Mí no es algo que se intercambie por una deliciosa comida, o por un traje elegante, o por un alto cargo con un atractivo honorario? ¿O será que puede ser cambiado por el amor que otros te profesan? ¿Será seguro que, al someterse a prueba, el hombre no abandone su amor por Mí? ¿Será seguro que el sufrimiento y la tribulación no hagan que él se queje en contra de lo que Yo he dispuesto? Ningún hombre en verdad ha apreciado jamás la espada en Mi boca; solo conoce su significado superfluo sin comprender realmente su profundidad. Si los seres humanos en verdad fuesen capaces de ver el filo de Mi espada, correrían como ratas hacia sus agujeros. Debido a su insensibilidad, los seres humanos no entienden nada sobre el verdadero significado de Mis palabras, y por lo tanto no tienen la menor idea de cuán formidables son Mis palabras, o cuánto de su naturaleza es revelada, y cuánto de su corrupción ha recibido juicio, dentro de esas palabras. Por esta razón, en base a sus medias ideas de Mis palabras, la mayoría de la gente ha asumido una actitud ni fría ni caliente.
Dentro del reino, no solo las declaraciones salen de Mi boca, sino que Mis pies también caminan ceremoniosamente por todas partes. De esta manera, Yo he triunfado sobre todos los lugares impuros e inmundos, de manera que no solo el cielo está cambiando, sino que también la tierra está en proceso de cambio, para ser renovada poco tiempo después. Dentro del cosmos, todo se renueva bajo el resplandor de Mi gloria, presentando un aspecto alentador que embelesa los sentidos y anima los espíritus, como si ahora existiera en un cielo más allá de los cielos, tal y como es concebido por la fantasía humana, sin ser molestada por Satanás, libre de asaltos de enemigos externos. Por encima del cosmos, las miríadas de estrellas ocupan sus lugares designados bajo Mi orden, emitiendo su luz a través de las regiones astrales durante las horas de tinieblas. Ni un solo ser se atreve a albergar pensamientos obstinados, y así, de acuerdo con la esencia de Mi decreto administrativo, el universo entero está bien regulado y en perfecto orden: no ha surgido jamás ninguna perturbación, ni la unidad del cosmos ha sido jamás fracturada. Ejecuto saltos de vuelo por encima de las estrellas, y cuando el sol emite sus rayos, absorbo del cielo su calor, enviando ráfagas de copos de nieve gigantes, tan grandes como plumas de ganso que se deslizan desde Mi mano. Pero cuando cambio de opinión, toda la nieve se derrite yéndose a un río. En un instante, la primavera ha nacido en todas partes bajo el cielo, y un verde esmeralda transforma todo el paisaje sobre la tierra. Yo me muevo sobre el firmamento, e inmediatamente, la tierra es envuelta por una oscuridad total a causa de Mi forma: sin previo aviso, ha llegado la “noche”, y en todo el mundo todo está tan oscuro que uno no puede verse la mano delante de su propia cara. Con la extinción de la luz, la humanidad aprovecha el momento para embarcarse en una enfurecida destrucción mutua, arrebatándose y saqueándose los unos a los otros. Las naciones de la tierra, cayendo en caótica desunión, entran en un estado de turbulencia fangosa que trasciende su punto de redención. Los hombres luchan en los estertores del sufrimiento, gimen y emiten quejidos en medio del sufrimiento, lanzan un gemido lastimero en su sufrimiento, anhelando que la luz entre en medio de ellos una vez más, y así poner fin a los días de oscuridad y restaurar la vitalidad que una vez existió. Pero hace mucho tiempo que he dejado al hombre con un golpe de Mis mangas, para nunca más apiadarme de él por los males del mundo: por mucho tiempo he detestado y rechazado a la gente de todo el mundo, he cerrado Mis ojos a las condiciones en la tierra, he volteado Mi rostro a cada movimiento del hombre, de cada uno de sus gestos, y he dejado de disfrutar su infancia e inocencia. Me he embarcado en otro plan para renovar el mundo, para que este nuevo mundo pueda encontrar el renacimiento a tiempo y no sea sumergido nunca más. En medio de la humanidad, cuantos estados estrafalarios esperan a que Yo los ponga en orden, cuántos errores a la espera de que Yo me presente en persona para evitar que sucedan, cuánto polvo a la espera de que Yo lo barra, cuántos misterios a la espera de que Yo los revele: Toda la humanidad me espera y anhela Mi venida.
En la tierra, Yo soy el Dios práctico mismo en los corazones de los hombres; en el cielo, soy el Maestro de toda la creación. He escalado montañas y vadeado ríos, y también he salido y entrado de entre la humanidad. ¿Quién se atreve a oponerse abiertamente al Dios práctico mismo? ¿Quién se atreve a escapar de la soberanía del Todopoderoso? ¿Quién se atreve a afirmar que Yo estoy, sin la menor sombra de duda, en el cielo? Una vez más, ¿quién se atreve a afirmar que estoy, sin la más mínima posibilidad de error, en la tierra? No existe persona en toda la humanidad capaz de articular en detalle los lugares en los que resido. ¿Podría ser que, cuando estoy en el cielo, Yo soy entonces el Dios sobrenatural mismo? ¿Podría ser que, cuando estoy en la tierra, entonces Yo soy el Dios práctico mismo? Que sea Yo el Soberano de toda la creación, o que experimente los sufrimientos del mundo humano, ¿podrá determinar seguramente si soy o no el Dios práctico mismo? Si el hombre cree que sí, [a] ¿no está él sumido en la ignorancia más allá de toda esperanza? Estoy en el cielo; también estoy en la tierra; estoy entre la miríada de cosas de la creación, y también en medio de las miríadas de personas. El hombre puede tocarme todos los días; aún más, él puede verme todos los días. En lo que concierne a la humanidad, parece que a veces estoy oculto y a veces visible; parece que poseo una existencia real, sin embargo, también parece que no tengo ser. En Mí yacen misterios insondables para la humanidad. Es como si todos los hombres me mirasen detenidamente bajo un microscopio con el fin de descubrir aún más misterios dentro de Mí, con la esperanza de disipar esa sensación incómoda en sus corazones. Pero incluso si ellos utilizaran un fluoroscopio, ¿cómo podría la humanidad revelar alguno de los secretos alojados dentro de Mí?
Cuando Mi pueblo, por medio de Mi obra, sea glorificado junto conmigo, en ese instante la guarida del gran dragón rojo quedará al descubierto, todo el barro y la suciedad serán barridas y disipadas, y el agua contaminada, acumulada a lo largo de incontables años, se habrá secado en Mis fuegos ardientes, para desaparecer por siempre. De ese instante en adelante, el gran dragón rojo morirá en el lago de fuego y azufre. ¿Estáis vosotros verdaderamente dispuestos a permanecer bajo Mi cuidado vigilante para no ser arrebatados por el gran dragón rojo? ¿En verdad odiáis sus estratagemas engañosas? ¿Quién es capaz de dar firme testimonio por Mí? Por el bien de Mi nombre, por el bien de Mi Espíritu, por el bien de todo Mi plan de gestión, ¿quién es capaz de ofrecer toda la fuerza de su cuerpo? Hoy, cuando el reino está en el mundo de los hombres, es el tiempo en el que he venido en persona dentro del mundo de los hombres. De no ser así, ¿hay alguien capaz de entrar intrépidamente al campo de batalla en Mi nombre? Para que el reino tome forma, para que Mi corazón se alegre, y de nuevo, para que Mi día llegue, para que llegue el tiempo cuando las miríadas de cosas de la creación renazcan y crezcan en abundancia, para que el hombre sea rescatado del mar de sufrimiento, para que llegue el mañana, y para que sea maravilloso y germine y florezca, y de nuevo, para que el disfrute del futuro suceda, toda la humanidad se esfuerza con todas sus fuerzas, sin escatimar en sacrificarse por Mí. ¿Acaso no es esta una señal de que la victoria ya es mía, y una demostración de que Mi plan se ha completado?
Cuanto más los hombres vivan en los últimos días, más sentirán el vacío del mundo y menor será el valor que tendrán para vivir la vida. Por esta razón, un sinnúmero de personas ha muerto en la decepción, muchos otros se han sentido decepcionados en su búsqueda, y muchos otros sufren por ser manipulados en las manos de Satanás. He rescatado a tanta gente, socorrido a tantos, y a menudo, cuando los seres humanos han perdido la luz, los he traído de regreso al lugar de la luz, para que me conozcan dentro de la luz, y disfruten de Mí en medio de la felicidad. Debido a la llegada de Mi luz, la adoración crece en los corazones de las personas que habitan en Mi reino, porque Yo soy un Dios para que la humanidad me ame, un Dios al que la humanidad se aferre con afectuosa unión, y la humanidad se llene con una perdurable impresión de Mi figura. Pero cuando todo sea dicho y hecho, no habrá nadie que comprenda si esto ha sido obra del Espíritu o una función de la carne. Que el hombre experimente solo esto al mínimo detalle durante el transcurso de toda una vida será suficiente. El hombre nunca me ha despreciado en los rincones más profundos de su corazón; más bien, él se apega a Mí en lo más profundo de su espíritu. Mi sabiduría levanta su admiración, las maravillas que realizo son una fiesta para sus ojos, Mis palabras abruman su mente, y aun así él las estima con mucho cariño. Mi realidad hace que el hombre se sienta desconcertado, atónito y perplejo, sin embargo, él está dispuesto a aceptarla completamente. ¿Acaso no es esto, precisamente, la medida del hombre tal y como es en verdad?
13 de marzo de 1992

La decimocuarta declaración

A lo largo de las eras, ningún ser humano ha entrado en el reino y por tanto nadie ha disfrutado la gracia de la Era del Reino, nadie ha visto el Rey del Reino. Aunque bajo la iluminación de Mi Espíritu muchas personas han profetizado la belleza del reino, no conocen sino su exterior, no su significado interior. Hoy, cuando el reino llega a la existencia formal sobre la tierra, la mayor parte de la humanidad sigue sin conocer lo que debe cumplirse, a qué esfera se llevará al hombre, durante la Era del Reino. Sobre esto, me temo que todos los hombres están en un estado de confusión. Porque el día de la realización completa del reino no ha llegado aun plenamente, todos los hombres están confundidos, incapaces de ver claramente. Mi obra en la divinidad comienza formalmente con la Era del Reino. Es con el inicio formal de la Era del Reino que Mi carácter comienza a manifestarse progresivamente al hombre. Así pues, en este momento la trompeta sagrada empieza formalmente a sonar y proclamar a todos. Cuando asumo Mi poder y reino como Rey en el reino, haré completo a todo Mi pueblo a lo largo del tiempo. Cuando todas las naciones del mundo sean trastornadas, será precisamente cuando Mi reino se establecerá y se formará, y también cuando Yo seré transfigurado y me volveré a todo el universo. En ese momento, todas las personas verán Mi glorioso rostro, Mi verdadera faz. Desde la creación del mundo hasta el presente, Satanás ha corrompido a la humanidad hasta el punto en el que existe hoy. Con la corrupción del hombre, me he ocultado cada vez más de los humanos y me he vuelto cada vez más insondable para ellos. El hombre nunca ha visto Mi verdadero rostro, nunca ha interactuado directamente conmigo. Solo en base a rumores y leyendas ha habido un “Mí” en la imaginación del hombre. Por tanto, coincido con la imaginación humana, esto es, con las ideas humanas, para combatir el “Mí” en la mente del hombre, de forma que pueda cambiar el estado de “Mí” que he albergado durante innumerables años. Este es Mi principio de trabajo. Ni una sola persona ha sido capaz de punta a cabo. Aunque las personas se han postrado ante Mí y han venido delante de Mí para adorarme, no disfruto de tales actos de los hombres porque en sus corazones no tienen Mi imagen, sino una exterior de Mí. Por tanto, su mente carece de Mi carácter, y no saben nada sobre Mi verdadero rostro. Así pues, cuando creen que me han resistido o han ofendido Mis decretos administrativos, hago la vista gorda. Y por tanto, en sus recuerdos, soy un Dios que muestra misericordia a los hombres en lugar de castigarlos, o soy Dios mismo que no quiere decir lo que dice. Estas son todas imaginaciones nacidas del pensamiento humano y no acordes a los hechos.
Yo estoy sobre el universo día tras día, observando, y me oculto humildemente en Mi morada para experimentar la vida humana, estudiando detenidamente cada hecho del hombre. Nadie se me ha ofrecido nunca sinceramente. Nadie ha buscado nunca la verdad. Nadie ha tenido nunca conciencia de Mí. Nadie ha tomado nunca determinaciones delante de Mí y ha cumplido su obligación. Nadie me ha permitido nunca morar en él. Nadie me ha valorado como valoraría su vida. Nadie ha visto nunca en la realidad práctica todo el ser de Mi divinidad. Nadie ha estado nunca dispuesto a estar en contacto con el Dios práctico mismo. Cuando las aguas se tragan totalmente al hombre, Yo lo salvo de las aguas estancadas y le doy una oportunidad de tener una nueva vida. Cuando los hombres pierden su confianza para vivir, Yo tiro de ellos desde el filo de la muerte, concediéndoles la valentía para vivir, para que me tomen como el fundamento de su existencia. Cuando los hombres me desobedecen, hago que me conozcan en su desobediencia. A la luz de la vieja naturaleza de la humanidad y de Mi misericordia, en lugar de dar muerte a los humanos, les permito arrepentirse y empezar de nuevo. Cuando los hombres sufren hambruna, los saco de la muerte mientras les queda aliento, evitando que caigan presas de las artimañas de Satanás. Cuántas veces han visto Mis manos las personas; cuántas veces han visto Mi rostro amable, Mi faz sonriente; y cuántas veces han visto Mi majestad, Mi ira. Aunque la humanidad nunca me ha conocido, no aprovecho su debilidad para crear problemas innecesarios. Experimentando las dificultades de la humanidad, simpatizo por tanto con la debilidad del hombre. Es solo en respuesta a la desobediencia del hombre, a su ingratitud, que inflijo castigos en diversos grados.
Yo me oculto en los momentos en que los hombres están ocupados y me revelo en sus momentos de ocio. La humanidad imagina que soy omnisciente y el Dios mismo que concede todas las súplicas. La mayoría viene por tanto delante de Mí solo para buscar la ayuda de Dios, no por un deseo de conocerme. Cuando se encuentran en la agonía de la enfermedad, los hombres suplican urgentemente Mi ayuda. Cuando están en la adversidad, me confían sus dificultades con toda su fuerza para derramar mejor su sufrimiento. Sin embargo, ni un solo ser humano ha sido capaz de amarme también estando en la comodidad. Ni una sola persona me ha tendido la mano en su momento de paz y felicidad para que Yo pudiera participar de su gozo. Cuando su familia inmediata está feliz y bien, los hombres me dejan a un lado o me cierran la puerta en la cara, prohibiéndome entrar, y disfrutar de la bendita felicidad de la familia. La mente humana es demasiado limitada, incluso para tener un Dios tan amoroso, misericordioso y tocable como Yo. Cuántas veces fui rechazado por los hombres en su momento de risas gozosas; cuántas veces se apoyaron en Mí como en una muleta cuando se tambalearon; cuántas veces me vi obligado a adoptar el papel de un doctor cuando sufrían enfermedades. ¡Cuán cruel es la humanidad! Totalmente irracional e inmoral. Ni siquiera pueden percibirse en ellos los sentimientos con los que los humanos están supuestamente equipados. Están casi desprovistos de cualquier calidad humana. Ponderad el pasado y comparadlo con el presente. ¿Están teniendo lugar cambios en vosotros? ¿Está en juego menos de ese pasado en el presente? ¿O aún tiene que reemplazarse ese pasado?
He pasado por montes y valles, experimentando los altibajos del mundo. He viajado entre los hombres y entre ellos he vivido durante muchos años, pero parece que el carácter de la humanidad ha cambiado poco. Y es como si la vieja naturaleza del hombre se hubiera arraigado y brotado en él. Este nunca es capaz de cambiar la vieja naturaleza, solo para mejorarla de alguna forma sobre el fundamento original. Como dicen las personas, la esencia no ha cambiado, pero la forma lo ha hecho mucho. Parece que todo el mundo está intentando engañarme, deslumbrarme, para poder deslizarse y ganar Mi aprobación. No admiro ni presto atención a las tretas de las personas. En lugar de entrar en cólera, adopto una actitud de mirar pero no ver. Planeo conceder a la humanidad cierto grado de laxitud y, después, ocuparme de todos los humanos como uno solo. Como estos son miserables indignos que no se respetan, que no se valoran, ¿por qué iban a necesitar que Yo mostrara misericordia y amor renovados? Los hombres, sin excepción, no se conocen a sí mismos ni saben cuál es su influencia. Deberían ponerse en una balanza para ser pesados. La humanidad no me presta atención, por lo que Yo tampoco la tomo en serio. Los humanos no me hacen caso, así que Yo tampoco haré ningún esfuerzo por ellos. ¿No es esto lo mejor de ambos mundos? ¿No os describe esto, pueblo mío? ¿Quién ha tomado determinaciones delante de Mí y no las ha descartado después? ¿Quién ha tomado decisiones a largo plazo, delante de Mí, en lugar de decidir con frecuencia sobre esto o aquello? Los hombres siempre toman resoluciones delante de Mí en tiempos de comodidad y las cancelan en los momentos de adversidad. Más adelante las retoman y las presentan delante de Mí. ¿Soy tan poco respetable que aceptaría como si nada la basura que el hombre ha recogido del montón de desechos? Pocos humanos se aferran a sus determinaciones, pocos son castos, y pocos ofrecen lo más valioso que tienen como sacrificio para Mí. ¿No sois todos así? Si, como miembros de Mi pueblo en el reino, sois incapaces de cumplir vuestra obligación, ¡Yo os detestaré y rechazaré!
12 de marzo de 1992

La decimotercera declaración

Oculto dentro de las proclamaciones de Mi voz hay unas cuantas de Mis intenciones. Pero el hombre no conoce ni entiende nada de esto, y sigue recibiendo Mi palabra desde el exterior y la sigue desde el exterior, sin ser capaz de darse cuenta de Mi corazón o de intuir Mi voluntad desde el interior de Mi palabra. Aún si Mis palabras han sido claras, ¿ha entendido alguien? Desde Sion entré en la humanidad. Porque he asumido la humanidad de un hombre común y me he vestido con la piel de un hombre, los hombres simplemente llegan a conocer Mi apariencia desde el exterior, pero no conocen la vida que está dentro de Mí, ni tampoco reconocen al Dios del Espíritu, sino que solo conocen el hombre carnal. ¿Podría ser que el verdadero Dios mismo sea indigno de que vosotros intentéis conocerlo? ¿Acaso puede ser que el verdadero Dios mismo sea indigno de que vosotros hagáis el esfuerzo por tratar de “diseccionarlo”? Detesto la corrupción de toda la raza humana, pero siento compasión por su debilidad. También estoy tratando con la antigua naturaleza de toda la raza humana. Como pueblo mío en China, ¿no sois vosotros acaso una parte de la raza humana también? Entre todo Mi pueblo, y entre todos Mis hijos, es decir, entre los que Yo he elegido de entre toda la raza humana, vosotros pertenecéis el grupo más bajo. Por esta razón, he gastado la mayor cantidad de energía en vosotros, la mayor cantidad de esfuerzo. ¿Es que todavía no apreciáis la vida bendecida que hoy disfrutáis? ¿Todavía estáis endureciendo el corazón para rebelaros contra Mí y enfocaros en vuestros propios designios? Si no fuera porque aun siento lástima y amor por vosotros, hace tiempo que toda la humanidad hubiese caído cautiva bajo Satanás, convirtiéndose en “deliciosos bocados” en su boca. Hoy en día, en medio de toda la humanidad, aquellos quienes realmente se consumen por Mí, y que genuinamente me aman, siguen siendo aún lo suficientemente raros como para poder ser contados con los dedos de una mano. ¿Será que actualmente el título de[a] “Mi pueblo” ya se ha convertido en vuestra propiedad personal? ¿Acaso tu conciencia sencillamente se ha ido enfriando como el hielo? ¿Eres verdaderamente digno de convertirte en el pueblo que requiero? Pensando en el pasado, y mirando de nuevo el presente, ¿quién de vosotros habéis satisfecho Mi corazón? ¿Quién de vosotros ha mostrado una preocupación genuina por Mis intenciones? De no haberos Yo provocado, aun no hubieseis despertado, sino que hubieseis permanecido como en un estado de congelación, y de nuevo, como en un estado de hibernación.
En medio de las olas turbulentas, el hombre percibe Mi ira; en la revoltosa confusión de nubes oscuras, los hombres están totalmente aterrorizados, y no saben a dónde huir, como si el trueno y la lluvia se los llevará por delante. Entonces, después que la tormenta de nieve arremolinada ha pasado, su estado de ánimo se tranquiliza y se vuelve ligero mientras se deleitan con un hermoso escenario de la naturaleza. Pero, en tales circunstancias, ¿quién entre ellos ha experimentado alguna vez el amor ilimitado que Yo siento hacia la humanidad? En sus corazones yace solo Mi figura, pero no la esencia de Mi Espíritu; ¿no será que el hombre me está desafiando abiertamente? Cuando la tempestad ha pasado, toda la humanidad queda como renovada, como si, tras el refinamiento por haber vivido tribulaciones, hubiesen recuperado la luz y la vida. ¿Acaso vosotros, después de haber superado los golpes que di, no tuvieron la buena fortuna de llegar al día de hoy? Pero cuando el hoy se haya ido y llegue el mañana, ¿seréis capaces de mantener la pureza que siguió al aguacero? ¿Seréis capaces de mantener la devoción que vino después de vuestro refinamiento? ¿Seréis capaces de mantener la obediencia del presente? ¿Puede vuestra devoción mantenerse firme e inmutable? ¿Estáis seguros de que esta no es una demanda cuyo cumplimiento sobrepasa la capacidad del hombre? Día tras día, Yo vivo con hombres, e interactúo con los hombres en medio de la humanidad, pero nadie se ha percatado de esto. Si no fuera por la guía de Mi Espíritu, ¿quién de toda la raza humana, seguiría aun existiendo en la actualidad? Cuando digo que vivo y actúo en la compañía de los hombres, ¿acaso podría estar exagerando? En el pasado, dije “He creado la humanidad, y guiado a la humanidad entera, y he comandado a toda la humanidad”; ¿y acaso no fue así en verdad? ¿Podría ser posible que vuestra experiencia de estas cosas haya sido insuficiente? La mera frase “hacedor de servicio” debería ser suficiente para que gastéis el esfuerzo de toda una vida en la explicación. Sin una experiencia verdadera, un ser humano nunca llegaría a conocerme, nunca sería capaz de llegar a conocerme a través de Mi palabra. Pero hoy he venido personalmente para estar en medio de vosotros: ¿No facilita esto que vosotros me conozcáis? ¿No será que Mi encarnación es también salvación para vosotros? Si Yo no hubiese descendido hacia la humanidad en Mi propia persona, hace mucho tiempo que toda la raza humana hubiese sido impregnada de concepciones, lo que es igual a decir que se hubieran convertido en una de las posesiones de Satanás, porque en lo que tú crees es simplemente en la imagen de Satanás, y no tiene nada que ver con Dios mismo. ¿No es esto acaso Mi salvación?
Cuando Satanás viene ante Mí, Yo no retrocedo ante su salvaje ferocidad, ni me siento asustado por su fealdad; Yo simplemente lo ignoro. Cuando Satanás me tienta, percibo de sus trucos, obligándolo a escabullirse con vergüenza y humillación. Cuando Satanás lucha conmigo y trata de arrebatarme a Mi pueblo elegido, lo enfrento con Mi carne; y en Mi carne sostengo y pastoreo a Mi pueblo, para que ellos no caigan con facilidad o se pierdan, y Yo los guío en cada paso del camino. Y cuando Satanás se retire derrotado, Yo habré sido glorificado en Mi pueblo y Mi pueblo habrá nacido brillante y sonoro para dar testimonio de Mi. Por lo tanto, voy a tomar los contrastes de Mi plan de gestión y los arrojaré de una vez por todas dentro del pozo sin fondo. Este es Mi plan, esta es Mi obra. En tu vida, puede llegar un día en que te encuentres con este tipo de situación: ¿Estarás dispuesto a caer voluntariamente cautivo bajo Satanás, o dejarás que Yo te haga mío? Este es tu propio destino, y debes pensarlo cuidadosamente.
La vida en el reino es la vida del pueblo y de Dios mismo. Toda la humanidad está bajo Mi cuidado y protección, y todos están enfrentados en una batalla a muerte con el gran dragón rojo. Para ganar esta batalla final, para acabar con el gran dragón rojo, todas las personas deben ofrecer todo su ser a Mí en Mi reino. Cuando digo “reino”, me refiero a la vida que se vive directamente bajo los auspicios de la divinidad, en la cual la humanidad es pastoreada por Mí directamente, es entrenada por Mí directamente, para que las vidas de toda la humanidad, aun cuando sigan en la tierra, estén como en el cielo, toda una verdadera materialización de la vida en el tercer cielo. A pesar de que estoy en Mi carne, no sufro las limitaciones de la carne. ¿Cuántas veces he entrado en medio del hombre para escuchar sus oraciones, y cuántas veces más he caminando entre los hombres, disfrutando de sus alabanzas? A pesar de que los seres humanos nunca han sido conscientes de Mi existencia, Yo continúo con Mi obra de esta manera. Sin embargo, en Mi morada, que es el lugar donde Yo me mantengo oculto, en esta morada, Yo he vencido a todos Mis enemigos; en Mi morada, he adquirido una experiencia real sobre la vida en la tierra; en Mi morada, estoy observando cada palabra y acción del hombre, y vigilo, y doy instrucciones a la totalidad de la raza humana. Si la humanidad pudiera sentir solicitud por Mis intenciones, satisfaciendo así Mi corazón y dándome placer, entonces seguramente bendeciría a toda la humanidad. ¿No es esto lo que intento para la humanidad?
Mientras que la humanidad yace en estado de coma, es solo a través de los relámpagos de Mi trueno que los seres humanos son levantados de sus sueños. Y cuando ellos abren sus ojos, muchos ojos son heridos por estas explosiones de radiación fría, hasta el punto de perder su sentido de la orientación, sin saber de dónde vienen ni a dónde van. La mayoría de las personas son heridas por los rayos que son como láser y como resultado, colapsan por montones bajo la tempestad, sus cuerpos arrastrados por los torrentes que salen a borbotones, sin dejar rastro alguno. Bajo la luz, los sobrevivientes finalmente son capaces de ver Mi rostro con claridad, y solo entonces llegan a conocer un poco de Mi apariencia externa, hasta el punto en que ya no se atreven a mirarme directamente a la cara, por temor a que Yo una vez más acuda a Mis castigos y maldiciones sobre su carne. ¿Cuántas personas rompen a llorar incontrolablemente? ¿Cuántas caen en la desesperación? ¿Cuántas forman ríos con su sangre? ¿Cuántas se convierten en cadáveres deambulando sin rumbo fijo de aquí para allá? ¿Cuántas personas habiendo encontrado su lugar en la luz, sienten una repentina punzada en el corazón y derraman lágrimas por sus largos años de infelicidad? ¿Cuántas personas, bajo el reflejo siniestro de la luz, confiesan sus impurezas y deciden reformarse? ¿Cuántas personas, que han sido cegadas, ya han perdido la alegría de vivir y, en consecuencia, no tienen la voluntad para darse cuenta de la luz, y por lo tanto siguen estancados, esperando su final? ¿Y cuántas personas están izando las velas de la vida y bajo la guía de la luz, anticipan con vehemencia su mañana?… Actualmente, ¿quién en la humanidad no se encuentra en este estado? ¿Quién no existe dentro de Mi luz? Incluso si eres fuerte, o suponiendo que eres débil, ¿cómo puedes evitar la venida de Mi luz?
10 de marzo de 1992
Recomendación:

La décima declaración

La Era del Reino es, después de todo, diferente de tiempos pasados. No concierne a lo que el hombre hace. En su lugar, Yo mismo llevo a cabo Mi obra después de descender sobre la tierra; obra que los seres humanos no pueden concebir ni cumplir. Desde la creación del mundo hasta hoy, todos estos años han consistido en edificar la iglesia, pero uno nunca oye acerca de edificar el reino. Aunque hablo de esto con Mi boca, ¿hay alguien que conozca su esencia? Descendí una vez al mundo de los hombres, experimenté y observé su sufrimiento, pero sin cumplir el propósito de Mi encarnación. Cuando la edificación del reino se pone en marcha, Mi carne encarnada comienza a desarrollar el ministerio; esto es, el Rey del reino asume formalmente Su poder soberano. A partir de esto, lejos de ser simplemente un asunto de palabras y apariencias, es evidente que el descenso del reino al mundo humano es de realidad actual; este es un aspecto del significado de “la realidad de la práctica”. El hombre nunca ha visto uno solo de Mis actos, nunca ha oído una sola de Mis declaraciones. Aunque hubiera visto, ¿qué habría descubierto? Y si me hubiera oído hablar, ¿qué habría entendido? A lo largo del mundo, toda la humanidad se encuentra bajo Mi amor, Mi compasión, pero también bajo Mi juicio, e igualmente bajo Mi prueba. He sido misericordioso y amoroso con la humanidad, incluso cuando todos los hombres han sido corrompidos hasta cierto grado; he impuesto castigo a la humanidad, incluso cuando todos los hombres se han inclinado en sumisión delante de Mi trono. No obstante, ¿hay algún ser humano que no esté en medio del sufrimiento y el refinamiento que he enviado? ¿Cuántas personas están andando a tientas en la oscuridad buscando la luz? ¿Cuántas luchan con amargura a través de su prueba? Job tenía fe, y aun así, con todo eso, ¿no estaba buscando un camino por sí mismo? Como Mi pueblo, aunque podáis manteneros firmes en la prueba, ¿hay alguien que, sin decirlo en voz alta, lo crea en su corazón? ¿No es más bien que articula su creencia mientras duda en su corazón? No hay seres humanos que se hayan mantenido firmes y mostrado verdadera obediencia en la prueba. Si no cubriera Mi rostro para evitar mirar a este mundo, toda la raza humana se derrumbaría ante Mi ardiente mirada, porque no pido nada a la humanidad.
Cuando resuene la salva del reino, que es también cuando repican los siete truenos, este sonido convulsiona los cielos y la tierra, sacudiendo el empíreo y provocando que la fibra sensible de cada humano vibre. Un himno al reino se eleva en la nación del gran dragón rojo, demostrando que la he destruido y he establecido Mi reino. Y, lo que es más importante, Mi reino se establece en la tierra. En este momento, empiezo a enviar a mis ángeles a cada una de las naciones del mundo de forma que puedan pastorear a Mis hijos, Mi pueblo; también para suplir las necesidades del siguiente paso de Mi obra. Pero voy personalmente al lugar en el que el gran dragón rojo yace enrollado, para librar la batalla con él. Y cuando toda la humanidad llegue a conocerme en la carne, y sea capaz de ver Mis obras desde la misma, entonces la guarida del dragón quedará reducida a cenizas y desaparecerá sin dejar rastro. Como pueblo de Mi reino, si detestáis totalmente al gran dragón rojo, debéis satisfacer Mi corazón con vuestros actos y, de esta forma, traer la vergüenza sobre él. ¿Sentís realmente que el gran dragón rojo es odioso? ¿Sentís realmente que es el enemigo del Rey del Reino? ¿Tenéis realmente fe en que podéis dar un maravilloso testimonio de Mí? ¿Tenéis realmente fe para derrotar al dragón? Esto es lo que os pregunto. Todo lo que necesito es que seáis capaces de llegar tan lejos como para dar este paso; ¿podréis hacerlo? ¿Tenéis fe en que podéis conseguirlo? ¿Qué es capaz de hacer el hombre? ¿No es mejor que lo haga Yo mismo? ¿Por qué digo que desciendo personalmente sobre el lugar en que se libra la batalla? Lo que quiero es vuestra fe, no tus hechos. Los seres humanos son incapaces de recibir Mis palabras de una forma directa, sino que simplemente mirando a su lado. ¿Has alcanzado la meta de esta forma? ¿Has llegado a conocerme de esta forma? A decir verdad, de los hombres de la tierra, nadie es capaz de mirarme directamente a la cara, nadie es capaz de recibir el significado puro y no adulterado de Mis palabras. Y por tanto en puesto en marcha una hazaña de ingeniería sin precedentes sobre la tierra, con el fin de alcanzar Mi meta y establecer la imagen verdadera de Mí mismo en los corazones de los hombres, y de esta forma poner fin al período en el que las ideas esgrimen poder sobre los hombres.
Hoy, no solo estoy descendiendo sobre la nación del gran dragón rojo, también estoy volviendo Mi rostro hacia todo el universo, de forma que todo el empíreo tiembla. ¿Existe un solo lugar que no se someta a Mi juicio? ¿Hay un solo lugar que no exista bajo los azotes que lanzo? Dondequiera que voy he esparcido “semillas de desastre” de todo tipo. Esta es una de las formas en que trabajo, y es sin duda un acto de salvación para el hombre; lo que le extiendo sigue siendo un tipo de amor. Deseo hacer que incluso más personas lleguen a conocerme, puedan verme, y de esta forma lleguen a venerar al Dios a quien no han visto durante tantos años, pero que hoy es práctico. ¿Por qué creé el mundo? ¿Por qué razón, cuando la humanidad se volvió corrupta, no la destruí completamente? ¿Por qué vive toda la raza humana bajo azotes? ¿Por qué me vestí de carne? Cuando llevo a cabo Mi obra, la humanidad no solo conoce el sabor de lo amargo, sino también de lo dulce. De las personas en el mundo, ¿hay alguien no vive en Mi gracia? ¿No concedí bendiciones materiales a los seres humanos, que podrían disfrutar de la suficiencia en el mundo? Sin duda, permitiros adoptar vuestro lugar como Mi pueblo no es la única bendición, ¿no? Suponiendo que no fuerais Mi pueblo, sino más bien hacedores de servicios, ¿no estaríais viviendo en Mi bendición? Ninguno de vosotros es capaz de entender el lugar de dónde vienen Mis palabras. La humanidad, lejos de valorar los nombres que os he conferido, muchos de vosotros, ante el título “hacedores de servicios”, albergáis resentimiento en vuestros corazones, y muchos, ante el título “Mi pueblo”, engendráis amor en vuestros corazones. No os atreváis a engañarme, ¡Mis ojos lo ven y penetran todo! ¿Quién entre vosotros recibe de buen grado? ¿Quién entre vosotros da obediencia completa? Si la salva del reino no resonase, ¿seríais realmente capaces de obedecer hasta el final? Lo que el hombre es capaz de hacer, de pensar, hasta dónde es capaz de llegar, todo esto lo he predeterminado desde hace mucho tiempo.
La gran mayoría de las personas acepta Mi fuego ardiente a la luz de Mi rostro. La gran mayoría de las personas, inspirada por Mi exhortación, se estimula a seguir adelante en Mi búsqueda. Cuando las fuerzas de Satanás atacan a Mi pueblo, estoy aquí para repelerlos; cuando las conspiraciones de Satanás causan estragos en las vidas de Mi pueblo, hago que salga huyendo para no volver más. En la tierra, toda clase de espíritus malvados está constantemente al acecho de un lugar para descansar, buscando incesantemente cadáveres de personas para comerlos. ¡Mi pueblo! Debes permanecer bajo Mi cuidado y protección. ¡Nunca os comportéis de forma disoluta! ¡Nunca os comportéis imprudentemente! En su lugar, ofrece tu lealtad en Mi casa, y solo con ella puedes montar un contraataque contra el ingenio del diablo. Bajo ninguna circunstancia debes comportarte como en el pasado, haciendo una cosa delante de Mí y otra a Mis espaldas; así ya estás más allá de la redención. Sin duda he pronunciado palabras más que suficientes como estas, ¿no es así? Es precisamente porque la vieja naturaleza del hombre es incorregible que Yo se lo he recordado repetidamente. ¡No os aburráis! ¡Todo lo que digo es para garantizar vuestro destino! Lo que Satanás necesita es exactamente un lugar sucio e inmundo; cuanto más desesperanzados, irremediables mientras más irredimibles y más degenerados seáis, negándoos a someteros a la contención, más aprovecharán los espíritus inmundos cualquier oportunidad de infiltrarse. Una vez hayáis llegado a este paso, vuestra lealtad no será sino un parloteo ocioso, sin ninguna realidad, y los espíritus inmundos se comerán vuestra resolución, para convertirla en desobediencia o en el engaño de Satanás, y usarla para interrumpir Mi obra. Por esa razón os golpearé hasta la muerte cuándo y dónde quiera. Nadie conoce la gravedad de esta situación; todos consideran lo que oyen como palabrería y no son en lo más mínimo cautos. No recuerdo lo que se hizo en el pasado. ¿Sigues esperando que Yo sea indulgente olvidando una vez más? Aunque la humanidad se ha opuesto a Mí, no lo usaré contra ella, porque el estatus del hombre es demasiado bajo y, por tanto, no le impongo grandes exigencias. Lo único que requiero es que no se disipe, y que se someta a la contención. ¿Seguro que no escapa a vuestra capacidad cumplir esta estipulación? La mayoría de las personas están esperando que Yo revele incluso más misterios para que sus ojos se deleiten en ellos. Y así, si llegaras a entender todos los misterios del cielo, ¿qué harías con ese conocimiento? ¿Incrementaría tu amor por Mí? ¿Inflamaría tu amor por Mí? Yo no subestimo el hombre ni llego a emitir un veredicto sobre él a la ligera. A excepción de los hechos, Yo nunca pondría como si nada una etiqueta sobre la cabeza del hombre para que la llevase a modo de corona. Pensad en el pasado: ¿alguna vez os he difamado? ¿Alguna vez os he subestimado? ¿Alguna vez os he mirado sin tener consideración por vuestras circunstancias reales? ¿Alguna vez algo de lo que he dicho no ha podido llenar vuestros corazones y vuestras bocas de convicción? ¿Alguna vez he hablado sin hacer resonar en vosotros una nota profunda? ¿Quién de entre vosotros ha leído Mis palabras sin temor y temblor, profundamente temeroso de que lo echara al abismo sin fondo? ¿Quién no soporta la prueba en Mis palabras? En ellas reside la autoridad, pero esto no se produce para emitir un juicio informal pasajero sobre el hombre, sino que, consciente de sus circunstancias reales, le manifiesto constantemente el significado inherente de Mis palabras. ¿Hay realmente alguien que sea capaz de reconocer Mi poder omnipotente en Mis palabras? ¿Hay alguien que pueda recibir en sí mismo el oro más puro del que están hechas Mis palabras? Cuántas palabras he hablado, ¿pero las ha valorado alguien?
3 de marzo de 1992